El Rosario Central, con Di María como estandarte, soñaba en grande en el Gigante de Arroyito, pero se encontró con la dura realidad de San Martín de San Juan. ¡Qué choque de titanes ocurrió este fin de semana! Las esperanzas se desvanecieron en un abrir y cerrar de ojos, ya que el local buscaba desplegar todo su potencial, pero el visitante fue un rompecabezas que no lograron resolver.

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Un Primer Tiempo Intenso
Desde el pitido inicial, el Canalla salió a comerse la cancha. Con la hinchada rugiendo como una tormenta, los dirigidos por el Chacho Coudet mostraron su juego vertiginoso. Di María, esa joya que todo el mundo quería ver en acción, aplicó su magia, pero los de San Juan se plantaron a la altura de las circunstancias, como verdaderos gladiadores.
Las jugadas de peligro no tardaron en llegar. En un primer tiempo en el que el viento soplaba a favor de los locales, Di María estuvo a punto de abrir el marcador con un tiro libre que hizo temer al arquero visitante. ¡La pelota voló! ¡Hizo temblar el travesaño! Pero la suerte se escondió detrás de una nube negra. La frustración invadió el aire, mientras el público, con el corazón en la mano, intuía que esa era la oportunidad dorada.
La Segunda Parte y el Gol que Golpeó el Alma
Ya en la segunda mitad, Central se lanzó al ataque con furia, como un león en la cacería. Los toques de calidad y los desbordes de los laterales mostraban que el sueño de rescatar los tres puntos estaba a la vuelta de la esquina. Sin embargo, la historia dio un giro inesperado cuando un error defensivo dejó al conjunto aurinegro con la guardia baja. ¡Booom! El primer gol del partido cayó del lado de San Martín, un balde de agua fría que dejó a todos los canallas en estado de shock.
Así, la noche se volvió oscura y el reloj seguía corriendo, como si se burlara de los anhelos de la hinchada, que llenaba las gradas con su aliento incesante. Rosario Central luchó hasta el último suspiro del partido, pero, como un barco a la deriva, no encontró el rumbo para revertir la situación.

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Reflexiones Finales
Finalmente, el silbato del árbitro resonó como un eco desgarrador, confirmando la dura derrota del local. La afición se marchó con el corazón apretado, mientras los jugadores dejaban todo en el campo, sabiendo que, a pesar del traspié, el alma de Rosario Central jamás se apagará. ¡A levantarse, Canallas! La próxima batalla ya está en el horizonte.
