La salida de Roger Martínez de Racing ha dejado a los corazones académicos tambaleándose como un hincha al borde de la emoción en la tribuna. ¡Basta para mis adentros! Después de intensas negociaciones, el delantero colombiano no llegó a un acuerdo con el club de Avellaneda y, como esos goles que se nos escapan en el último minuto, su despedida está a la vuelta de la esquina.
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El adiós del goleador
Con su chispa característica y el fervor con el que encaraba cada partido, Roger se volvió un emblema en la cancha. Dejó su huella con jugadas que nos hicieron saltar de nuestros asientos, gritando «¡Qué golazo, che!». Sin embargo, el destino quiso que el camino del delantero fuera por otro rumbo que el de Racing. Las negociaciones que parecían prometer fueron en vano, y ahora el rugir de la hinchada deberá suavizarse para despedir a uno de sus héroes.
Una decisión complicada
No es fácil decir «hasta luego», especialmente cuando los recuerdos de tardes gloriosas y noches estrelladas invaden nuestras memorias. Roger, con su velocidad de rayo y su capacidad para sortear defensas como si fueran peones, nos ha dejado con un vacío que será difícil llenar. Pero en el fútbol, como en la vida, a veces hay que dejar ir para que otros sueños puedan volar.
¡Pum! ¡Pim! ¡Pam! Así suenan los latidos de los racinguistas, resonando al ritmo de la incertidumbre y la esperanza del mañana. Aunque hoy el adiós se siente amargo, la academia, esa fortaleza de pasiones inquebrantables, seguirá adelante, esperando con los brazos abiertos al próximo ídolo que decida vestir la celeste y blanca.