¡Qué nochecita se vivió en el Monumental! Cuando todo el estadio rugía como el mismísimo león de Núñez, estalló la gran polémica del partido. En medio del vibrante encuentro del Torneo Apertura entre La Banda y el aguerrido Instituto, llegó el minuto fatídico que encendió la chispa de la controversia.
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El grito que quedó ahogado
A los 75 minutos del segundo tiempo, cuando el reloj apretaba con fuerza y River buscaba con uñas y dientes el gol que destrabara el marcador, una jugada explosiva en el área de Instituto desató la locura. ¡Ahí estaba! Todo River al unísono pedía una mano salvadora, una mano milagrosa que el árbitro no vio o prefirió no ver. En un instante, el verde césped se transformó en un escenario de dramatismo futbolero.
Una jugada para el recuerdo
El balón, como si tuviera vida propia, surcaba el aire tras un centro preciso que parecía tallado con los pinceles de Bernabé Ferreyra. Fue entonces cuando un defensor de Instituto, en su intento desesperado por desviar la trayectoria cual arquero improvisado, parece tocar el balón con la mano. ¡El Monumental estalló! Miles de almas saltando y gritando, pidiendo justicia como si de un tango pasional se tratara.
Decisiones que laten en el corazón
El árbitro, imperturbable, extendió sus brazos, negando así el clamor de los jugadores y la hinchada millonaria. ¡Ni con las repeticiones desde el VAR se pudo calmar la marea roja y blanca! Las imágenes, cual obra de arte abstracta, dejaron a más de uno con el corazón en la boca y el gesto eternamente congelado de incredulidad.
- ¿Fue mano o no fue mano? Esa es la pregunta que resuena por todas partes.
- La hinchada, siempre fiel, se siente como el eterno enamorado: incomprendida pero inquebrantable.
Entre discusiones acaloradas y opiniones que van y vienen como esos tanguillos en una milonga, lo cierto es que esta noche se agrega un capítulo más a las épicas batallas futboleras del fútbol argentino. El Torneo Apertura no podía ser más emocionante y, como siempre, el fútbol nos recuerda su capacidad para sorprendernos, para hacernos vibrar y, sobre todo, para unir a la multitud en un solo grito de pasión. ¡Vamos River, que de estas también se sale!