Riquelme: «Boca puede vivir sin mí y yo no sin Boca»

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Cuando Juan Román Riquelme habla, el mundo del fútbol argentino se detiene. ¡Y cómo no va a ser así! Con una historia cargada de pasión, gloria y, sobre todo, amor eterno por la camiseta azul y oro, el ídolo de Boca Juniors dejó una frase que retumba en el alma de los xeneizes: «Boca puede vivir sin mí y yo no sin Boca». ¡Es como si una guitarra sonara en el corazón de La Bombonera!
En una charla íntima, el número 10, que dejó su huella imborrable en cada rincón de la cancha, se expresó sobre su relación con el club que lo vio crecer. Riquelme, con su característica humildad y sabiduría, resaltó la grandeza de Boca. «A veces me pregunto cuánto amaré a Boca, y me doy cuenta que siempre hay espacio para más», confesó. Sus ojos reflejan la emoción de un niño que, con cada drible y cada pase, construyó un legado que, como un buen vino, se vuelve más valioso con el tiempo.
El abrazo del alma
Recordemos aquel mágico 2000, cuando la Copa Libertadores brillaba más que el sol sobre el puente de la vida de Riquelme. ¡Qué épocas! Con un nivel de juego que parecía sacado de un cuento de hadas, lideró a su equipo hacia la gloria ante el poderío del Cruzeiro. Pero no solo se trató de triunfos; se trató de una conexión profunda, esa que abuela diría que va «más allá de lo físico». Riquelme y Boca eran uno solo, un abrazo del alma en cada rincón de La Bombonera.
Él no solo daba asistencias; regalaba sueños. Cada vez que tocaba el balón, parecía que su pie susurraba a la red: “Soy yo, el que ama a Boca”. Riquelme es el tipo que hizo del fútbol un arte y del fútbol un sentimiento. “¿Boca sin mí?”, se pregunta, “claro, puede vivir, pero yo no puedo vivir sin Boca”. ¡Ese latido! Es como una orquesta sonando en perfecta armonía.

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Las decisiones del corazón
Y si hablamos de decisiones, ¡vaya que Riquelme sabe! Recuerda ese apasionante día en el que decidió volver al club que lo formó, luego de explorar nuevos horizontes. El amor nunca se va, se transforma. Y aunque se ganó el corazón de muchos en otras canchas, cuando regresó a Boca, el estadio estalló como un volcán en erupción. Fue como volver casa, ese hogar donde están los compañeros, la familia y, sobre todo, los hinchas.
«La hinchada siempre fiel, en las buenas y en las malas». Esa es la frase que resuena en cada partido, y Riquelme lo sabe. Por eso, cada vez que miramos al pasado, vemos un reflejo de lo que significa realmente ser xeneize. En cada partido, en cada gol, hay una historia que contar, un pasaje de amor entre Riquelme y sus amados colores.
Así que, a modo de resumen, mientras algunos puedan pensar que la vida sigue, el corazón de Riquelme sabe que el latido en su pecho siempre llevará el eco del «vamos, Boca». Que se prepare el mundo, porque aunque la vida del futbolista continúa, el amor entre un gran ídolo y su club nunca se apaga. ¡Arriba, Boca! ¡Siempre!
