Paredes, ese inquebrantable gladiador de la Selección, dio la cara y explicó con el corazón en la mano por qué no pudo regresar a Argentina para despedir a Miguel Russo, un ícono del fútbol argentino. En medio de la vorágine del fútbol europeo, donde las luces y el glamour van de la mano, las emociones del mediocampista resuenan como un grito de hincha en las gradas.

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Una despedida que duele
Sin pelos en la lengua, Paredes confesó que el cariño que siente por Russo es tan grande como la pasión por la camiseta albiceleste. “Es un tipo al que le debo mucho, en varias de mis etapas me ayudó a crecer como jugador”, afirmó, con una sinceridad que refleja su amor por el juego. Si bien su corazón anhelaba estar allí para darle un último abrazo y compartir anécdotas, las exigencias del fútbol en Europa lo atraparon como un gol en el último minuto, haciendo imposible su regreso.
Un vínculo irrompible
El volante recordó momentos inolvidables, donde Russo, con su mirada sabia y estrategia infalible, comandó al equipo hacia victorias que quedarán grabadas a fuego en la historia del fútbol. !Qué jugadas! Cada pase, cada estrategia era un baile de ajedrez en el que el director técnico movía las piezas con maestría. “Lo que él significa para nosotros va más allá de los títulos”, señaló Paredes, con la voz entrecortada, como si cada palabra fuera un gol que desatara la locura en el estadio.
A pesar de las distancias y las circunstancias, la conexión entre el jugador y el técnico nunca se fragmentó. La falta de un encuentro físico no disminuyó el cariño; al contrario, lo intensificó. “Es una relación que perdurará, como un clásico que nunca se olvida, incluso después del pitazo final”, añadió, con ese brillo en los ojos que solo los verdaderos apasionados por el fútbol pueden tener.
Paredes cerró su emotivo relato con un mensaje claro: “El fútbol nos une, más allá de las fronteras. ¡Gracias, Miguel, por todo!” En cada palabra, se siente el eco de un vestuario que llora la partida de un grande. ¡La pelota sigue rodando, pero los recuerdos siempre se quedan!

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