El silencio ensordecedor que cubrió el estadio se convirtió en un grito desgarrador cuando Ángel Di María, iluminado como un rayo en la tormenta, clavó esa pelota en la red a escasos minutos del final. ¡Boom! El éxtasis se desató en las tribunas, y la pasión argentina se sintió en cada rincón del país. Esa jugada, que surgió del corazón mismo del juego, no sorprendió a nadie más que a quienes aún dudaban del talento del Fideo.
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Holan: «No me sorprendió»
El técnico Ariel Holan, observador astuto del hermoso deporte, dejó en claro que no era cuestión de suerte; era la culminación de un trabajo arduo y del talento innato que lleva Di María en sus venas. "No me sorprendió", dijo con una sonrisa cómplice. Cual profeta en su tierra, el entrenador sabía que el 22 de la selección es capaz de momentos mágicos, y este gol fue uno de ellos. “Es un jugador que en instantes decisivos sabe hacerse notar”, agregó, como quien recuerda una jugada impresionante en la plaza del barrio.
La jerarquía de Paredes
En el medio campo, Leandro Paredes se erigió como un titán, marcando la diferencia con su sabiduría en el juego. Sus pases, similares a un mago que saca conejos de la galera, desmantelaron la defensa rival una y otra vez. Cada toque de balón fue un poema que narraba la historia del partido; control y precisión a raudales que, modestamente, elevó a su equipo al siguiente nivel. Paredes mostró que, en el embrollo del fútbol, la jerarquía y la calma son el verdadero oro. “Es un referente, un verdadero 10 que dirige la orquesta”, comentó Holan, elevando el tono de su voz, como si estuviera posando para una fotografía en un partido crucial.
La verdad es que, cuando el pitido final resonó, el aire estaba impregnado de un sabor a victoria. ¡Qué despliegue de fútbol! La gloria volvió a estar de la mano de Argentina, y las calles se llenaron de colores, de cantos y de un fervor que solo el fútbol sabe provocar. En esta danza de emociones y goles, no queda más que rendirse ante la magia del juego y el talento de esos gigantes que maravillan cada vez que pisan la cancha.
