En un capítulo que nos dejó con el corazón en la boca, Oswaldo Balanta, joven promesa de la reserva de San Lorenzo, vivió un episodio estremecedor que nos recuerda lo frágiles que somos incluso en la cúspide del esfuerzo físico. En pleno entrenamiento, cuando el sol pintaba la cancha de una calidez dorada, Balanta se desplomó inesperadamente, como si el destino hubiera clavado un freno de mano en su vitalidad. ¡Tremendo!

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Un Paro Cardíaco en el Ciclón
Durante lo que parecía ser una práctica más, ese miércoles se convirtió en un tornado de emociones en Ciudad Deportiva. Con la pelota rodando y los entrenadores al pie del cañón, Balanta, este pibe con el sueño de llegar al primer equipo, de repente se desvaneció. Fue como si el reloj detuviera sus manecillas, dejando a todos congelados en el tiempo. El silencio se hizo tan grande que se podía apenas escuchar el susurro del viento sobre el césped.
Los Primeros Auxilios: Una Carrera Contra el Tiempo
Los gritos de sorpresa y angustia se mezclaron en el aire como una sinfonía discordante mientras sus compañeros y el cuerpo técnico corrían a su auxilio. Allí, las pulsaciones de todos se elevaron a mil por hora. Con la rapidez de un rayo, comenzaron las maniobras de reanimación cardiopulmonar, un desfile de resucitación que se convirtió en su única tabla de salvación. ¡Vamos, Oswaldo, vos podés!
A la Espera de Noticias Positivas
La margarina en el pan del entrenamiento se derritió hasta convertirse en un recuerdo borroso al ser Balanta trasladado de urgencia al hospital más cercano. ¿Cómo no sentir ese nudo en la garganta esperando el parte médico? Aquí estamos, todos poniendo nuestro granito de arena, mandando fuerzas a este guerrero. El estadio y sus gradas, aunque vacíos, esperan ansiosos su regreso, esa ovación que lo espera como el rugir de un león.
Fuerza, Oswaldo: tu lucha no termina acá, sino que renace como el ave fénix, y esperamos verte pronto, cabalgando la cancha, con la pelota pegada al pie y una sonrisa que hable sin palabras de tu regreso triunfal. ¡Arriba, pibe, hay un mundo de fútbol que te aguarda!

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