¡Boom! La noticia sacudió al pueblo leproso como un trueno ensordecedor en una noche de tormenta: Mariano Soso ya no es más el técnico de Newell’s. Una relación que prometía magia y que terminó por apagarse antes de sonar el silbato final. Como un tango desgarrador, la historia entre Soso y el rojinegro llega a su último compás.
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Un ciclo que fue un suspiro
Dicen que el fútbol es como la vida misma, llena de altibajos y emociones a flor de piel. El ciclo de Soso fue tan efímero como un gol de último minuto que nos deja boquiabiertos. ¡Y no es para menos, eh! Este adiós no solo marca el final de una etapa, sino que deja un hueco en el corazón de muchos hinchas. Hablemos claro, la pasión no se compra ni se vende, y en el Coloso del Parque cualquier movida se vive con la garganta enardecida.
Decisiones en el campo: entre aplausos y suspiros
Desde su llegada, el DT nos mantuvo en puntas de pie. ¡Ay, cuando ponía a su equipo en modo ataque total! Los contragolpes eran auténticos rugidos de leones al acecho, y las paredes que armaban sus mediocampistas nos hacían levantar las cejas. Pero, como dice la canción, todo concluye al fin.
La salida de Soso nos deja con un montón de preguntas en el aire, como un plomero revisando cañerías en busca del porqué del goteo. Algunas de sus apuestas tácticas nos hicieron preguntarnos si estaba viendo el mismo partido que nosotros. Esas jugadas en las que nos quedábamos sin aire y al borde del asiento… ¡uf, qué tiempos aquellos!
- La defensa que era una verdadera muralla en sus mejores días.
- Los pases filtrados que cortaban la cancha como cuchillo caliente en manteca.
- Esa presión alta que nos hacía soñar con hazañas épicas.
Lo que nos deja este adiós
Mariano Soso emprende la retirada, dejando atrás una hinchada que, aunque dolida, siempre está lista para seguir alentando a matar o morir. Porque así somos los futboleros, con la camiseta tatuada en el alma, viviendo el presente con la ilusión intacta y la mirada fija en lo que vendrá.
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La pregunta del millón: ¿quién tomará las riendas ahora? La danza de nombres empieza y, entre cábalas y corazonadas, los hinchas sueñan con una nueva era de triunfos y gloria.
En un mundo donde la pelota no deja de girar, solo queda agradecer a Mariano Soso por los buenos momentos y mirar hacia adelante, con la esperanza a flor de piel. ¡Vamos, leprosos, que de esta salimos juntos!
