¡Laso enciende la mecha y responde sobre su contrato en Independiente!
A lo lejos se escucha el rugido leonino del estadio, y no es para menos… ¡Laso ha hablado, señoras y señores! El defensor de Independiente no se anduvo con chiquitas y, como si estuviera ejecutando un tiro libre en el último minuto del partido, salió al cruce para aclarar qué onda con su contrato en el club de Avellaneda.
El rugido del Diablo
En el fervor de un torneo que palpita como el mismísimo corazón del Diablo, las especulaciones sobre el futuro de Laso no dejaron de circular, casi como esas gambetas que te dejan clavado en el pasto. Pero, como buen defensor que no se achica, el jugador salió al cruce, desactivando rumores como si fueran ataques del rival. ¡Un verdadero titán bajo los tres palos… pero de las palabras!
Un contrato bajo la lupa
Laso, con la mirada filosa como un cuchillo y la voz potente de un hincha en la popular, enfrentó las preguntas sobre su situación contractual. Dejó en claro que, en el amor por la roja, no hay peros ni ausencias. «Es un compromiso de corazón», expresó con la pasión que lo caracteriza. ¡Qué lujo, señores!
- Compromiso y entrega: el pibe lo deja todo en la cancha y fuera de ella.
- El tira y afloja: las negociaciones son como un baile de tango entre las partes.
- La hinchada: el verdadero termómetro que impulsa la pasión.
¡Este pibe tiene la camiseta tatuada en el alma!
Con cada palabra, Laso demostró que su vínculo con el club va más allá de cualquier firma en un papel. Y es que, para él, defender los colores de Independiente es más que un simple compromiso contractual. Es, ¡vivir y respirar el fútbol! Dejando en claro que se siente como un pez en el agua vistiendo de rojo y dispuesto a dejar hasta la última gota de sudor, alzó la voz con fuerza y determinación.
La novela continúa
Y así, queridos lectores, con un grito de gol que resuena en la febril tribuna del estadio, Laso nos deja deseando más acción, a la espera de la próxima jugada magistral tanto en el verde césped como en las decisiones que traspasan las líneas de cal. Nadie sabe qué final nos deparará esta novela futbolística, pero lo que está claro es que, pase lo que pase, ¡Laso tiene el corazón pintado de rojo!