¡Ay, muchachos! El recuerdo todavía late y hace vibrar las gradas del mítico estadio. Ese mágico día, cuando Mario Alberto Kempes desató la locura Canalla con un gol inolvidable, quedó grabado en el corazón de cada hincha de Rosario Central. Fue como si el tiempo se detuviera y luego explotara en una tormenta de pasión y alegría.

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El Clásico Rosarino: Un Montón de Emociones
Los clásicos son una guerra en el campo, y este no fue la excepción. En ese entonces, el gigante Kempes, un titán del fútbol, se convirtió en el héroe de la tarde. En una jugada que parecía salida de un cuento, el Matador encontró el balón justo en el borde del área. Como un artista con el pincel, dibujó una parábola perfecta. ¡Zas! La pelota besó la red como si fuera su amor eterno.
El Destino del Partido Decidido en una Fracción de Segundo
El reloj marcaba los minutos como si jugaran un truco con los nervios de los hinchas. Todo parecía tranquilo hasta que Kempes, como un rayo en la tormenta, hizo estallar a los Canallas en un grito de gloria. Con su remate certero, sacudió las esperanzas de Newell’s, dejando a su hinchada congelada y al borde de las lágrimas.
El Eco de un Grito Eterno
La cancha tembló y el canto de la gente resonó hasta el cielo. «¡Kempes, Kempes!» se escuchaba por todos lados. Los corazones palpitaban al ritmo de una sinfonía de latidos acelerados. ¡Ah, qué belleza de gol! Fue como un rayo de sol en una tarde nublada, iluminando el camino del triunfo para los auriazules.
Un Recuerdo Inolvidable
Ese 1-0 no solo fue un marcador; fue el catalizador de miles de historias compartidas en las tribunas e incontables tardes de gloria. Mario Kempes dejó más que un gol; dejó un legado, una pasión que sigue pegada a la piel de cada hincha de Central. El gol que despertó la pasión Canalla sigue siendo una melodía grabada en el corazón de los que vivieron esa jornada histórica.

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El fútbol, como la vida, nos deja momentos que parecen soñados. Eso fue lo que Kempes regaló ese día: un sueño hecho realidad.
