Jonathan Galván, el defensor que parecía tener el control de la situación, ¡se le salió la cadena! En un partido que prometía ser una batalla épica, el jugador de Defensa y Justicia dejó una marca en la memoria de todos los presentes cuando, en un momento de desesperación y falta de control, le propinó un pisotón al español Ander Herrera. El Estadio se quedó helado al instante, como una película de suspenso donde uno aguarda el estallido de la acción.

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El momento que cambió el partido
Era un duelo tenso entre dos equipos necesitados de victoria, y el ambiente estaba que ardía. La pelota rodaba de un lado a otro, mientras la hinchada animaba a sus muchachos, creando una atmósfera electrizante. Sin embargo, el clima se tornó en un instante. Galván, en un ímpetu que muchos podrían calificar de imprudente, perdió los estribos. Como un toro en una tienda de porcelana, se lanzó con todo hacia Herrera, quien había recibido un balón y estaba en plena acción. El resultado fue inmediato: una falta grosera que hizo que el árbitro no dudara en mostrar la tarjeta roja.
Reacción de la hinchada y compañeros
La hinchada se dividió entre el asombro y la indignación. Algunos no podían creer lo que veían; otros, sin embargo, estallaron en gritos de desaprobación. Las caras de sus compañeros de equipo, que se encontraban a un paso del campo, eran un poema de desilusión y frustración. “¡No, Jonathan, qué hiciste!” se escuchó en la tribuna; un grito que se combinó con el murmullo de los aficionados que no podían creer lo que estaba ocurriendo.
Un partido que terminó en tragedia para la visita
Con la expulsión, el panorama se tornó oscuro para Defensa y Justicia, que tuvo que lidiar con la presión de Boca, que se fue al ataque como si estuviera persiguiendo una presa herida. Con un jugador menos, la defensa se desmoronó como un castillo de naipes ante la furia xeneize. Cada avance del local era un suspiro en la barriga de los hinchas visitantes, que sufrían viendo cómo se desvanecían las posibilidades de llevarse algo del partido.
Pero no todo quedó ahí. La imagen de Galván abandonando el campo de juego quedó grabada en la mente de los hinchas, un relato de lo que no hay que hacer en una cancha: dejar que el calor del momento te nuble el juicio. Es un recordatorio de que el fútbol, más allá de ser un deporte, es una montaña rusa de emociones que puede llevarte de la alegría al abismo en cuestión de segundos.

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Hoy, después de este escarceo, Galván tendrá que reflexionar, mientras la hinchada lo mira con ojos de decepción y algunos hasta con un deje de cariño, recordándole que en este juego es fundamental no perder la cabeza. ¡A levantarse, que el fútbol siempre da revancha!
