En una noche de puro fútbol y emoción en el Tomás Adolfo Ducó, Huracán sacudió los cimientos del torneo al ganarle con garra y corazón a Vélez, dejando al equipo de Sebastián Domínguez más preocupado que un perro en cancha de bochas.

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Un Globo que se infló de coraje
Con un estadio que hervía como una caldera, los dirigidos por Diego Dabove comenzaron el partido con el pie derecho. ¡Vaya dinámica! Huracán mostró desde el primer minuto que estaba dispuesto a quemar sus naves en busca de la victoria. El primer gol llegó como un suspiro del cielo, con un remate certero que hizo temblar los tablones de la tribuna: una definición de antología que dejó boquiabiertos a chicos y grandes.
El vendaval de Huracán
Y como si esto fuera poco, la defensa de Vélez pareció un queso gruyère ante el arremetida del Globo, incapaz de parar la tormenta de ataques que caía sobre ellos. Las jugadas fluían como agua por el riachuelo, con pases milimétricos y gambetas de otro planeta. La hinchada, siempre fiel, acompañaba el espectáculo con cánticos que retumbaban hasta en La Quema.
- Minuto 23: El arquero de Vélez, más ocupado que un vendedor de choripanes en el entretiempo, logró despejar un cabezazo que tenía destino de red.
- Minuto 45: En una maniobra de pizarrón, el Globo casi aumenta la ventaja. ¡Ni en un tango de Gardel se vivió tanta pasión!
La tormenta perfecta sobre Vélez
Sebastián Domínguez lucía en el banco de los visitantes como un técnico que intenta bailar un chamamé sin música. Sus muchachos lo dieron todo, eso es innegable, pero esta noche la pelota tenía otro destino escrito: el marco de ellos. Vélez tuvo sus momentos y, por un instante, parecía que podían remontar. Como un trueno en medio de la tormenta, llegó un disparo lejano que estremeció el travesaño del arquero de Huracán y casi cambia la historia en un pestañeo.
El final de un cuento épico
En el ocaso del partido, los de Parque Patricios resistieron las embestidas finales de un Vélez desesperado. Con la última pitada del árbitro, el Huracán tocó el cielo con las manos. La victoria fue una bocanada de aire fresco en medio de la vertiginosa competencia y dejó al Fortín rasguñando las piedras por una recuperación que aún no asoma en el horizonte.

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Así, en una noche mágica e inolvidable, el Globo encontró nuevos vientos que lo llevarán más alto en la tabla, mientras que Vélez deberá replantearse cómo revertir su destino en las próximas batallas del campeonato. ¡Fútbol, pasión y adrenalina en estado puro!
