La luna brillaba con fuerza sobre el Monumental, y la expectativa se palpitaba en el aire. Era el debut del «Huevo» Acuña, quien se vestía de gloria con la camiseta de River. La hinchada vibraba, los corazones latían al ritmo del bombo, pero el destino tenía una historia diferente preparada. En un duelo electrizante, River no pudo romper el cero y empató con Newell’s en una noche cargada de emociones y adrenalina.
El debut de Acuña: un titán en el medio campo
Desde el primer silbatazo, el «Huevo» dejó claro por qué estaba ahí. Con destreza y garra, dominaba el mediocampo como un gigante. ¡Qué jugadorazo! parecía gritar la tribuna, aclamando cada uno de sus toques magistrales. Sin embargo, el gol se hacía esquivo, como una sombra que se escabullía en el último momento.
Un primer tiempo de emociones y corazones acelerados
La primera mitad del encuentro se vivió con la intensidad de un clásico. River, con la posesión del balón, atacaba con fiereza. Lluvia de centros al área, pero la defensa de Newell’s, comandada por el muro «Guanini», se plantaba firme como un roble. A los 23 minutos, una volea de Enzo Pérez pasó apenas rozando el palo. ¡Uy, qué cerquita!, murmuraban los hinchas.
Newell’s: Resistencia y contragolpe
Newell’s, por su parte, no se quedó atrás. Con contragolpes vertiginosos, intentaron sorprender a un River que dejaba espacios en su afán de buscar el gol. Armani, el guardián del arco millonario, desactivó un misil de Reasco al minuto 37. ¡Plaf, corazón en la boca y aplausos al arquero!
Segundo tiempo: El gol, una quimera esquiva
La segunda mitad comenzó con el mismo tesón. River, como un león rugiente, se lanzaba al ataque, pero los goles parecían tenerle miedo a la red. A los 60 minutos, un remate de Álvarez fue desviado milagrosamente por el portero de Newell’s, Altamirano, quien se tiró como una pantera para sacarla al córner.
El «Huevo» se despide del césped: ovación y nostalgia
Acuña, dejó el alma en la cancha. Al ser reemplazado en el minuto 75, se llevó una ovación absoluta. El Monumental lo aplaudía de pie, reconociendo su entrega y talento. Pero aún faltaba la frutilla del postre: el gol.
El final: Un empate con sabor a bronca
Al finalizar los 90 minutos, el marcador quedó en cero. ¡Cero! Una palabra que resonaba con pesadez en el Monumental. Los hinchas se retiraban con una mezcla de sensaciones. Orgullo por el esfuerzo y la entrega, pero la bronca de no haber podido cantar el gol.
Así cerró una noche cargada de pasión, con el debut de un «Huevo» Acuña que dejó una huella y un River que, aunque no pudo llevarse la victoria, mostró garra y corazón en cada momento. El fútbol es así, impredecible y emocionante, ¡a esperarlo se ha dicho!