Gustavo Quinteros, un verdadero titán del fútbol argentino, ha decidido dar un paso al costado como director técnico de Vélez Sarsfield, y como era de esperar, su salida no ha pasado desapercibida. En un arrebato de sinceridad que dejó a todos boquiabiertos, el entrenador se desnudó emocionalmente y explicó los motivos detrás de esta decisión que, sin dudas, resonará en los corazones de los hinchas.
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Una comunión apasionada
En su discurso, Quinteros no se anduvo con vueltas. “Fuimos como una orquesta, cada uno tocando su instrumento, luchando por un mismo sueño”, expresó, refiriéndose a la sinergia que había logrado con sus jugadores a lo largo de su gestión. Pero, como en todo buen partido de fútbol, a veces las cosas no salen como uno espera y el camino se vuelve sinuoso. “El fútbol es caprichoso, y esta temporada se tornó más difícil de lo que imaginábamos”, continuó, con la mirada encendida y la voz cargada de emoción.
De triunfos a desafíos
Los momentos de gloria no faltaron durante su conducción. Con su estilo combativo y apasionado, condujo al equipo a hazañas memorables. Recordemos aquella victoria épica contra el clásico rival, donde el Fortín se alzó victorioso con un gol que retumbó en el corazón de cada hincha, una joya que quedará grabada para siempre en la memoria colectiva. Pero el lado B llegó de la mano de lesiones, decisiones polémicas y algún que otro resultado inesperado que dejó a muchos rascándose la cabeza.
“No hay nada más doloroso que ver el esfuerzo de los jugadores y no alcanzar los resultados esperados”, confesó Quinteros, dándose cuenta de que, a veces, la pasión no puede vencer la adversidad. Un símil perfecto para entender su frustración: “Es como intentar hacer un asado y quedarte sin fuego; por más que tengas la mejor carne, si no hay calor, no hay festín”.
Un adiós, pero no un final
Así, con el corazón en la mano y una voz entrecortada, Quinteros se despidió de la institución que lo acogió. “Me voy con la mochila cargada de aprendizajes y con la esperanza de ver al Vélez que todos soñamos”, sentenció, dejando claro que, aunque la cancha lo despida, su amor por el club jamás se desvanecerá. “Soy un hincha más”, afirmó, marcando esta salida no como un adiós definitivo, sino como un nuevo capítulo en su vida.
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Con lágrimas a flor de piel y la pasión a millón, Quinteros dejó su legado en Vélez, y aunque se aleja del banco, seguirá siendo una voz vital del fútbol argentino. Ahora, los hinchas del Fortín tendrán que aguardar ansiosos por su próximo paso, mientras maduran la incertidumbre y la emoción de lo que vendrá. ¡Hasta la próxima, Gustavo!
