¡Ah, amigos del fútbol! Ayer se vivió un momento inolvidable en ESPN F3, donde Costas, con el corazón en la mano, dejó escapar palabras que retumbaron como un gol de media cancha: «Para mí, Racing es lo más grande que hay. Todo lo demás…». Para quienes respiramos fútbol, pronunciar estas palabras es un rugido de león. Sin duda, el alma racinguista se alimenta de pasión y entrega.

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Una Declaración que Enciende Pasiones
Costas, como un artista del balompié, nos dibujó con su voz un mural celeste y blanco más allá de cualquier galería imaginaria. Sus palabras fueron una estocada en el corazón del hincha, el azote de una camiseta que flamea como bandera al viento. ¡Boom! Se sintió el eco de su amor incondicional, de esos que nutren al fútbol y lo hacen eterno.
El Espíritu Inquebrantable de la Academia
La tarde en la que Costas pronunció esta frase, quedó sellada como un capítulo más en el libro de la historia académica. Al igual que un semillero que no deja de dar frutos, desde los primeros minutos, Racing demostró que su espíritu es tan implacable como una tormenta en el Cilindro. Decisiones acertadas del técnico, jugadas mágicas que hacían chorrear polenta y un equipo unido cual familia de domingo, dieron forma a una jornada épica.
- Pases precisos que eran cuchillos afilados desarmando defensas.
- Duelos aéreos como titanes que se elevaban en el campo.
- Atajadas felinas que arrancaban ¡uyyyy! de las tribunas entregadas.
- Y los goles, esos relámpagos que incendian gargantas y corazones.
Todo lo demás, un eco lejano
Mientras los rivales intentaban encontrar su ritmo, Racing se adelantaba con la astucia de un puma, dejándolos como estatuas en su intento de resistencia. La pelota corría de pie a pie, cual cascada de mil colores que se desborda por la arboleda del estadio. En cada toque, un poema; en cada gambeta, una sinfonía.
Costas no exageró ni un poquito al describir a Racing como «lo más grande». Es que, en este rincón del mundo, nuestra pasión por el fútbol es tan vibrante como un acorde de Charlie García. Así, ese sentimiento profundo que Costas expresó, se queda grabado para siempre en la memoria colectiva de cada hincha que lleva tatuados los colores celeste y blanco. ¡Viva Racing, carajo!

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