La explosión de Guillermo en Vélez: un primer enojo que dejó huella

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Cuando un director técnico llega a un nuevo club, siempre hay un momento de desahogo, y Guillermo Barros Schelotto, el flamante entrenador de Vélez, no se quedó atrás. En un encuentro que prometía ser tranquilo, el que se llevó a cabo en Liniers contra el Deportivo Riestra, las emociones se fueron al techo en la jugada previa al gol del rival.
Un grito que retumbó en el Amalfitani
Era el minuto 25 del primer tiempo. El Fortín estaba dominando el partido, pero en una jugada desafortunada, una pérdida de balón en medio campo dejó a la defensa desprotegida. El rival, como un lobo al acecho, se lanzó al ataque, y en un abrir y cerrar de ojos, el delantero de Riestra se encontró cara a cara con el arquero. El grito de Guillermo resonó por todo el estadio: “¡No puede ser! ¡Despertate, che!” La pasión del DT quedó expuesta, su rabia chocando con la incredulidad de la situación.
Con cada movimiento, el cuerpo técnico fue un torbellino de adrenalina. La mirada de Barros Schelotto se tornó fuego puro. Se acercó a la línea de cal, gesticulando de una manera que parecía que iba a levantar el suelo. La decepción era palpable, y la imagen del entrenador daba cuenta de que aquí no había lugar para medias tintas. ¡El Fortín necesitaba más!
La jugada que encendió la mecha
El partido continuó, pero esa jugada quedó estampada en el corazón de los hinchas. Como un péndulo, la tensión iba y venía en la tribuna. En camisetas, en banderas, en gritos: “¡Vamos, Vélez!” Pero la situación no se acomodaba. Los errores defensivos se volvían una constante, como una mancha en una camisa blanca.

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La euforia se hizo añicos en el momento en que Riestra abrió el marcador. Golazo del visitante que le dejó la imagen del 0-1 en el marcador y una sensación agridulce en el aire. Todos los ojos estaban fijos en Barros Schelotto, quien, con su mejor cara de furia y desenfreno, parecía un torero en la plaza, enfrentando a los toros desbocados de la ineficacia defensiva. La ovación y el lamento de la hinchada resonaron en cada rincón del Amalfitani, pero el verdadero lamento venía de la banca: “Esto no puede seguir así”, pareció decir Barros Schelotto en silencio.
Su primer enojo ya quedó grabado a fuego en la memoria de los hinchas. Esa chispa de energía que se vio en la cancha fue solo el comienzo de una historia que promete ser vibrante. El regreso del Fortín a la senda del triunfo no se hará esperar, porque si de algo hay que estar seguros, es que Guillermo no se rinde tan fácil, ¡y el hincha tampoco! ¡Vamos, Vélez!
