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viernes, noviembre 22, 2024

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El recuerdo de Riquelme: Última victoria de Boca en casa de Racing

La última victoria de Boca sobre Racing como visitante con Riquelme en cancha marcó un hito en la historia.
©Foap
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La última vez que Boca le ganó a Racing como visitante fue con Juan Román Riquelme en cancha

¡Qué noche mágica aquella! El aire estaba cargado de una energía vibrante cuando Boca se impuso a Racing como visitante, con el inigualable Juan Román Riquelme comandando el mediocampo. La última vez que ocurrió este evento memorable, los hinchas xeneizes vibraron al compás de esa zurda prodigiosa que transformaba cada centímetro del césped en un lienzo de arte futbolístico.

Un héroe en la cancha: Riquelme

Ese encuentro dejó una marca indeleble en la historia boquense. Allí estaba él, Riquelme, el 10, el mismísimo mago con botines. Cada pase suyo era una estocada certera al corazón del rival. En una noche llena de emociones, Juan Román levantó la cabeza, detectó el espacio y ¡pum! Asistió con precisión milimétrica a Palermo, quien no perdonó y mandó la pelota al fondo de la red. ¡GOOOOL! El grito retumbó como un trueno en Avellaneda, dejando atónitos a los hinchas de la Academia.

Para los que tenemos sangre xeneize, palabras como “emoción” y “orgullo” se quedan cortas. Ver a Riquelme en su esplendor, dominando el balón como un maestro de orquesta, era como ver a Picasso pintar. Aquella noche, Boca y Racing desplegaron un espectáculo que nos mantuvo al borde del asiento.

Detalles de un encuentro épico

Fue un partido lleno de acción, de esos que te aceleran el pulso y te dejan sin aliento. Digamos que en el primer tiempo, Boca salió como una tromba, controlando el juego y presionando sin respiro. Cada jugada parecía sacada de un libreto perfecto, hilvanados por la magia de Riquelme y la garra de Battaglia en el medio campo.

En el minuto 30, llegó el momento estrella: una jugada colectiva de manual. Desde el lateral derecho, Ibarra se mandó una corrida endemoniada que terminó en un centro milimétrico. Ahí estaba Riquelme, parando el balón con una tranquilidad pasmosa. Con un enganche dejó desparramado a un defensor de Racing y metió un pase filtrado, de esos que despiertan a un muerto. Palermo, olfato goleador como siempre, aprovechó y marcó.

La segunda parte: Defensa y corazón

La segunda mitad fue una batalla dantesca. Racing, herido en su orgullo, salió decidido a empatar. Pero Boca no aflojó ni un centímetro. La defensa, liderada por el incombustible Schiavi y respaldada por la solvencia de Abbondanzieri en el arco, resistió cada embate rival. Cada despeje, cada atajada, era una declaración de que esa noche la victoria no se escaparía.

Aquel partido se convirtió en una ráfaga de emociones que quedaron grabadas a fuego en nuestros corazones. Esa noche, Boca y Riquelme nos recordaron por qué el fútbol es mucho más que un deporte. Es pasión, es vida, es el latido mismo de una hinchada que nunca deja de soñar.

Así quedó sellada una victoria heroica que, hasta hoy, sigue siendo una leyenda. ¡Vamos Boca! Que la historia nos llama a volver a vibrar con la misma intensidad.

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