Central se preparó para el gran debut del Torneo Clausura, ¡y qué mejor manera de hacerlo que con el regreso del ídolo Di María! La noche vibrante de Rosario se iluminó con el anhelo de los hinchas, quienes llenaron el Gigante de Arroyito, dispuestos a alentar a su equipo en este emocionante encuentro contra Godoy Cruz.

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El regreso de un héroe
Era como si el aire mismo estuviera cargado de magia. Cada vez que Di María tocaba el balón, la multitud estallaba en un grito ensordecedor, como una marea de pasión que subía y bajaba, donde cada corazón latía al ritmo de su gambeta. “¡Fideo, Fideo!”, coreaban, dispuestos a empujar a su equipo hacia la victoria.
Un inicio de lujo
Desde el silbato inicial, Central mostró que iba en busca de los tres puntos con una energía desbordante. La presión fue voraz: tackles como si cada pelota fuera la última, jugadas rápidas que dejaban a la defensa contraria haciendo agua. A los 10 minutos, un pase filtrado de Di María dejó a su compañero a solas frente al arquero, pero el remate se fue desviado. ¡Casi, casi, se grita el primer gol!

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El clímax de la noche
El primer tiempo fue una montaña rusa de emociones, con un Godoy Cruz que no se achicó. Ambos equipos se dieron con todo, como dos gladiadores en la arena, y la hinchada lo sentía en cada jugada. Finalmente, llegó el momento que todos esperaban: un tiro libre cerquísima del área. Ahí estaba él, Di María, concentrado, con la mirada afilada como un cuchillo. Su tiro fue como una flecha: coló el balón en el ángulo superior. ¡Gooooool! El estadio vibró en una explosión de júbilo y la gente se abrazó como si hubiera ganado la Copa del Mundo.
Adrenalina hasta el final
El segundo tiempo se volvió un vaivén, con Godoy Cruz intentando responder y Central defendiendo con uñas y dientes. La adrenalina corría por las venas, cada pase y cada intervención era un latido más de la ciudad. La defensa local tuvo que hacer un esfuerzo titánico, con borradas espectaculares que dejaron a los espías rivales atónitos.
Finalmente, el silbato marcó el final, y Central se alzó con una victoria significativa. La celebración fue un torbellino de gritos y aplausos, con Di María en el centro del festejo, como un verdadero capitán. Se respiraba el fervor del fútbol argentino, lleno de pasión, entrega y el inconfundible sabor a gloria.
¡Un debut inolvidable que quedará grabado en la memoria de todos los rosarinos! ¡Arriba Central!
