La Bombonera encendió el afición entre Central y Newell’s, dos gigantes de Rosario que se enfrentaron en una batalla vibrante que dejó a todos al borde de la silla. Pero, como si fuera un poema en movimiento, fue Ángel Di María quien, en un momento de inspiración divina, destrabó el partido con un golazo de tiro libre que hizo estallar de júbilo a los hinchas. ¡Qué belleza, por Dios!

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El Clásico Rosario: Una rivalidad encarnada
El estadio, un hervidero de emociones y pasiones desbordadas, vibraba con cada canto y con cada grito. Central y Newell’s no solo se enfrentan en la cancha, sino también en los corazones de millones. Desde el silbato inicial, se respiraba la tensión en el aire, como si un relámpago estuviera a punto de caer.
El Gol que Hizo Temblar el Suelo
Fue a los 78 minutos, cuando todos pensaban que el 0-0 iba a ser el resultado del día. Di María se colocó frente al balón, su mirada concentrada como un francotirador a la caza de su presa. La barrera de Newell’s temblaba. Con una sutileza magistral, ejecutó el tiro libre que parecía escribir su nombre en la historia de este clásico. ¡Bum! La pelota voló como un pájaro libre, se coló entre la barrera y se anidó en el ángulo del arco. ¡Goooool! El grito de los hinchas retumbó por toda la ciudad, y el festejo se convirtió en un carnaval de alegría.
Y así, no solo se quebró el marcador, sino que se rompieron mil y un corazones de los fanáticos rivales. Di María, como un mago con su varita, transformó un silencio incómodo en una explosión de alegría.
Un espectáculo para la historia
No todo fue un camino de rosas, claro. El primer tiempo estuvo signado por jugadas trabadas y una defensa férrea que se comía cada oportunidad. Los arqueros se convirtieron en verdaderos gladiadores, rechazando cualquier intento de gol con una precisión increíble. Pero el destino tenía reservada una sorpresa: el gol de Di María fue solo la cereza del postre en un brote de creatividad que dejó a todos los espectadores con ganas de más.

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En este clásico, el fútbol argentino una vez más demostró que es un arte, una pasión, y un motor que mueve masas. Mientras los hinchas de Central celebraban eufóricos, los leprosos asumían la tristeza de la derrota, pero sabiendo que el fútbol siempre te da una revancha.
¡A no perder la fe! La próxima fecha promete más emociones, y seguro que en la próxima batalla entre estos dos gigantes, el corazón de Rosario latirá más fuerte que nunca. ¡Porque así es el fútbol, amigos! Una montaña rusa de emociones en cada partido.
