Costas, el técnico de Racing, rompió el silencio tras la dura derrota ante Barracas Central, y no se guardó nada. Con la sinceridad a flor de piel, pidió disculpas a los hinchas por su comportamiento en el partido. «Soy un apasionado, pero hay límites», dijo con una voz entrecortada, reflejando la tormenta de emociones que vivió en el banco.

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Un partido que dolió
El enfrentamiento no fue para nada fácil. Racing arrancó con toda la garra, pero la suerte decidió dar la espalda. Con un primer tiempo donde los jugadores parecían bailar en la cuerda floja, la primera gran jugada llegó a los 35 minutos, cuando un disparo de Nicolás Reniero se estrelló en el travesaño como un trueno retumbante. La hinchada, que vibraba en cada ataque, no podía creerlo. ¡Tan cerca y tan lejos!
Descontrol en la línea de banda
Pero fue en un momento de descontrol que Costas perdió los papeles. Una decisión arbitral que dejó a todos boquiabiertos encendió la chispa. «¡Increíble! ¿Cómo puede ser que no haya visto eso?», exclamó, gesticulando como si cada movimiento pudiera cambiar el resultado. Su reacción fue un reflejo de la frustración de los miles de hinchas que lo seguirían hasta la luna y de vuelta.
Pidiendo disculpas desde el corazón
Al finalizar el encuentro, con el 2-1 en el marcador y la decepción pesando en el aire, el técnico se acercó al micrófono. «Quiero pedir perdón a la hinchada. No soy perfecto, me dejé llevar por la calentura del momento». En sus ojos, se podían ver las llamas del compromiso que siente por el club. «Racing es mi vida y lo quiero ver triunfar, pero hay maneras y modos. Allí me equivoqué y lo lamento».
Por último, dejó una promesa en el aire, casi como un pacto entre hinchas y jugadores. «Vamos a levantarnos. Esto no se termina aquí». Y así cerró, con esa energía que solo los verdaderos pasionales pueden transmitir. ¡Vamos, Racing! El camino es largo, pero juntos, siempre hacia adelante.

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