El estadio estallaba como una olla a presión, la tribuna era un mar de colores y cánticos ensordecedores. Boca Juniors se enfrentaba al siempre complicado Rosario Central, y el ambiente se podía cortar con un cuchillo. Sin embargo, era el uruguayo Edinson Cavani quien se llevaba todas las miradas. ¡Ay, Edinson! Con su clase y esa mística que lo rodea, el ‘Matador’ tuvo un partido para el olvido, aunque el equipo logró llevarse la victoria por 2-1.

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Un show de luces y sombras
El primer tiempo fue un desfile de emociones. Cavani, desbordante de energía, lucía como un torero a punto de entrar en la plaza. Pero la dichosa puntería parecía haberse quedado en la casa. En varias ocasiones, el uruguayo se lanzó al ataque con la garra que lo caracteriza, generando alguna que otra ocasión clara, pero una y otra vez la pelota se iba desviada, como un cohete fuera de control. El público contenía el aliento, aplaudiendo sus movimientos pero lamentando la falta de definición.
Cuando el genio se apaga
A los 23 minutos, un pase exquisito de su compañero llevó a Edinson a una situación inmejorable: mano a mano con el arquero, y la hinchada se arriesgaba al grito del gol. Pero Cavani, con esa paloma que le caracteriza, no encontró la magia, y su disparo terminó siendo un susurro en lugar de un grito de gol. ¡Una verdadera lástima! La frustración se palpaba en las caras de los hinchas, que no comprendían cómo semejante figura fallaba en ese instante decisivo.
Sin embargo, él no se rendía. En un segundo tiempo que comenzó tenso, se le dio otra oportunidad más, esta vez con un cabezazo que, gracias a una brillante intervención del arquero rival, terminó en un simple ‘clic’ sin chispa. El estadio, que vibraba por cada intento, empezó a vislumbrar la posible ‘maldición del 9’. Pero como todo buen argentino sabe, en el fútbol, la esperanza nunca se pierde.
La tarde de Cavani, llena de contrastes
Cavani, lejos de dejarse caer, siguió corriendo; como un león en la jungla, siempre buscando su presa. Y aunque sus disparos parecían ir a una dirección equivocada, su entrega y dedicación en el campo eran innegables. ¡Fue una montaña rusa de emociones! Alcanzó a dar una asistencia digna de un rey, al habilitar a un compañero que terminaría poniendo el 2-1 en el marcador. La euforia volvió a regnar en La Bombonera.

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Si bien la actuación de Edinson hizo eco de críticas en cada rincón, también nos recordó que hasta los más grandes tienen días difíciles. Al final del partido, el triunfo aliviaba las penas, y el amor de la hinchada por el ‘Matador’ no menguaba. ¡Bravo, Cavani! Aunque el camino haya sido complicado, el fútbol es así: a veces te lleva por senderos espinosos, pero siempre hay luz al final. ¡Hasta la próxima, lucha!
