El viento de la pasión futbolera azota fuerte en las tribunas, pero no siempre el estruendo de los murmullos es justificado. En este torbellino emocional que vive el mundo del fútbol argentino, el ícono y ex delantero de River Plate, Angelito Artime, salió a respaldar a un hombre que, en este momento, parece cargar con la eterna cruz: Cristian Erviti.
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El descontento del pueblo
La hinchada, que siente la camiseta en las venas, ha expresado su malestar con Erviti, y cómo no, si las expectativas estaban por las nubes. Los resultados, quizás no tan brillantes como se esperaban, han encendido la chispa de la indignación. Pero, como bien dice el viejo refrán: «No todo lo que brilla es oro». En medio de este clima tenso, Artime reflexiona: «Entiendo el enojo de la gente, pero a veces es desmedido». ¿Acaso no es parte de la esencia del hincha el amar y sufrir con su equipo?
Un llamado al entendimiento
Angelito, calmo en medio del vendaval, como faro en una tormenta, llama a la comunidad futbolera a la cordura. Con su característica pasión, puntualiza que este tipo de momentos son comunes en el deporte rey. “Esos que piden la cabeza de un entrenador no se acuerdan que cada partido es una montaña rusa de emociones”, dice con fervor. No se puede negar que el fútbol es un espectáculo que a veces nos hace perder el juicio, pero el mensaje de Artime es claro: la paciencia y el apoyo a los que están al mando son clave para alcanzar la gloria.
Ese famoso partido donde se perdió la oportunidad de gritar el gol que desataría la locura en el estadio, o aquella decisión que dejó a todos con la boca abierta, son parte de un proceso. “Hay que dar tiempo y aliento”, enfatiza, como si quisiera sellar un pacto con la hinchada para que no pierda la fe en quien dirige los destinos del equipo.
En este mar de emociones que es el fútbol argentino, donde cada pase y cada decisión pesa como una tonelada, las palabras de Artime resuenan con fuerza. Un recordatorio de que, más allá de los resultados, el amor por la camiseta y el respeto por los que luchan dentro de la cancha deben prevalecer.
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Así que, querida hinchada, siéntense, respiren hondo y no caigan en la vorágine del desánimo. El camino es largo, y como bien dice Artime: hay que tener el corazón fuerte y la mente fría. ¡Vamos arriba!