¡En un electrizante duelo sobre el verde césped del Gigante de Arroyito, Rosario Central dejó el alma y la piel ante su gente, pero se quedó sin premio! Ariel Holan, con la voz quebrada y el corazón en la mano, no dudó en defender lo indefendible: su equipo no mereció perder bajo ningún concepto.
Duplica tu depósito hasta $200.000 en apuestas y casinos bono de bienvenida
El corazón del juego
Los pibes de Central, con la camiseta bien puesta y el espíritu combativo, salieron a la cancha como un león rugiente. Desde el primer minuto, fue un ir y venir constante, como un tango apasionado que hace vibrar el alma. ¡La hinchada no paraba de alentar! Era un festival de emociones, y cada ataque de Central era como un poema de amor dedicado a la red.
Momentos clave
Y ahí estuvo el desenfreno. En el minuto 23, una corrida como flecha de Mateo Tanlongo, quien dejó atrás a los rivales como si fueran conos de entrenamiento, nos hizo saltar de la silla. ¡Qué jugada, mamita querida! El remate, potente como cañonazo, se estrelló en el travesaño. ¡PUM! El estadio se llenó de suspiros y murmullos.
En el segundo tiempo, el juego seguía siendo intenso. La pelota quemaba en los pies de los jugadores, pero el gol no llegaba. Era como querer atrapar niebla con las manos. Y en el minuto 78, lo inevitable: una jugada desafortunada y el equipo rival aprovechó para marcar el único gol de la noche. Un balde de agua fría que nos dejó mudos.
La reflexión de Holan
Al final del partido, en conferencia de prensa, Ariel Holan no ocultó su desazón. «Central jugó con el corazón en la mano y no mereció este final. ¡Nos sacaron el dulce justo cuando más lo saboreábamos!», exclamó, destacando la entrega de sus jugadores.
Duplica tu depósito hasta $200.000 en apuestas y casinos bono de bienvenida
Los canallas se fueron entre aplausos y lágrimas de sus fieles seguidores, quienes saben que su equipo jugó con el alma. Porque en Rosario, la pasión no se negocia, y aunque esta vez el destino fue esquivo, el corazón auriazul sigue latiendo fuerte, esperando la revancha.
¡Así es el fútbol, señores! A veces se gana, a veces se aprende, pero la pasión nunca se apaga.
