La primera mitad del Clásico de Avellaneda se vivió al borde del infarto. ¡Qué espectáculo! Racing, que comenzó dominando el juego, se encontró con un giro del destino que dejó a más de uno boquiabierto. A tan solo minutos de finalizar el primer tiempo, una tarjeta roja le costó caro al local, dejando a la Academia con diez hombres. La tensión podía cortarse con un cuchillo.

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El corazón acelerado de la hinchada en Avellaneda
Y si pensaban que todo terminaba ahí, ¡se equivocaron! En un instante, el Estadio Presidente Perón se convirtió en un volcán en erupción. Newell’s, como un león hambriento, se lanzó al ataque, buscando aprovechar la ventaja numérica. Las tribunas temblaban con cada intento de los rosarinos por romper el cero en el marcador.
Arias, el héroe inesperado
Pero cuando todo parecía perdido, apareció Gabriel Arias, el arquero de Racing, como un maestro del espectáculo. Con una doble atajada digna de un verdadero gladiador, sacó de la jaula dos remates que llevaban la firma de gol. ¡Bang! ¡Pof! ¡Zass! Cada intervención suyo gritaba "¡no hoy!" y mantenía viva la esperanza de la Academia. La hinchada estalló en una ovación que retumbó hasta las estrellas.
Fue un primer tiempo de alta tensión, donde los corazones latiendo a toda máquina y los nervios a flor de piel dibujaron el escenario perfecto para una noche inolvidable. La pasión por el fútbol argentino se hizo sentir, y aunque Racing jugó con un hombre menos, mostró que en su casa, nunca se rinde.
¡Vamos por más! La segunda mitad promete ser aún más electrizante. ¿Podrá Racing sostener el resultado o sucumbirá ante el ímpetu de Newell’s? La respuesta, en breve.

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