Alex Woiski, el joven fenómeno de River Plate, hizo su esperado debut en la Reserva, y los hinchas estallaron de emoción como fuegos artificiales en pleno cielo de Buenos Aires. ¡Qué momento! Con solo 18 años, este pibe mostró una frescura y una garra dignas de un verdadero gallo del fútbol.

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Un Primer Tiempo para el Recuerdo
Desde el pitazo inicial, Woiski se movió como pez en el agua, desbordando por la banda izquierda, llevando a la defensa rival de cabeza. A los 15 minutos, recibió un pase filtrado y, como si estuviera en una final, se sacó de encima a dos marcadores con una gambeta que hizo vibrar a los más de mil hinchas que se acercaron a alentar. ¡Increíble! Cada drible era un canto a la pasión futbolera.
Esa misma energía se tradujo en su primer tiro al arco: un zapatazo potente que desafió las leyes de la física, pero que besó el travesaño y se fue. ¡Ay, casi! La multitud contuvo el aliento, y ese milisegundo fue como una eternidad. El «¡uhhh!» colectivo retumbó en el estadio, dejando en claro que Woiski tenía madera de crack.
Un Gol Fantasma y una Asistencia de Oro
Ya en el segundo tiempo, la intensidad no decayó. A los 60 minutos, un gol que parecía ser de Woiski fue anulado por el árbitro. ¡Injusticia total! Pero nuestro héroe no se desanimó. Con coraje y amor propio, siguió dando batalla. Apenas diez minutos más tarde, asistió a su compañero, una jugada orquestada que desarmó a la defensa rival como naipes. El gol llegó, y el estadio estalló de alegría. ¡El nombre de Woiski sonaba como un eco entre los cánticos de la hinchada!
El Futuro Brillante de un Talento en Ascenso
La actuación de Woiski dejó una sensación de esperanza a todos los fanáticos del Millonario. Con su actitud, se metió en el corazón de los hinchas, quienes ya lo ven como una futura estrella. “Este pibe tiene un futuro radiante”, se escuchó entre susurros que se mezclaban con los ecos de la grada.

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Este debut no solo fue una muestra de talento, sino un canto a la mística de la camiseta. A medida que el sol se ponía en el horizonte de Núñez, queda claro que, con Woiski, el cielo es el límite. ¡Vamos por más, pibe! ¡El Monumental ya te espera en la primera!
