La pasión sube con la misma intensidad con la que baja. No hace falta un aviso, haber detectado el primer paso de la caída, sino que sencillamente la cosa se calma, entra un estado distinto en el que todo parece estar donde estaba, como si el haber cambiado de piso no cambiase absolutamente nada. Todo luce igual. Los muebles están donde estaban. Para el Barça de Hansi Flick, el debut en Mestalla ha sido un tormento en forma de pasado reciente, un recuerdo de que para olvidar de dónde vienes antes tienes que resituar todo aquello que te acompaña. La primera noticia para Flick es que tiene mucho trabajo por delante.
Un Ritmo Inalcanzable Sin Centro del Campo
El fútbol siempre confirma leyes no escritas. La primera es que es muy difícil que puedas controlar el ritmo de lo que sucede sin centrocampistas por muy vertical que quieras jugar. Antes que acelerar para poner a correr al rival hay que andar para que los pasillos se abran, algo que el FC Barcelona no aprendió durante el primer tiempo. Convirtieron el campo en un latifundio demasiado extenso para dominarlo, abriéndole la puerta de par en par a un Valencia que hizo lo que mejor sabe hacer: correr y poner en apuros al rival.
Ferran Torres y el Síndrome del Becario
Se escenificó el drama en un Ferran Torres superado por la responsabilidad, como un becario al que le tocó escribir la crónica en su debut. Demasiado espeso cuando la pelota le llegaba, con los pies dormidos y una desesperación que fue absorbiendo al equipo, condenando al Barça a jugar en muchos campos a la vez. Mestalla se expandió hasta el infinito. No ayudó que Bernal estuviese demasiado solo y que al girar solo se le incentivase a jugar hacia delante, en un ritmo infernal para el que un Barça sin efectivos, haciendo debutar a dos canteranos (Gerard Martín y el propio Bernal) no estaba preparado. Flick deberá medir bien lo que visualiza y lo que tiene para asegurarse de que el proceso entre ambas realidades, todavía lejos, no deje heridos en el camino.
La Fuerza Titánica de La Masia
Si hay una realidad que tiene una fuerza titánica es la de La Masia. A una jaula hambrienta fueron lanzados los Bernal, Casadó o Gerard Martín, y respondieron con un partido repleto de sobriedad y una experiencia fingida, obligados a demostrarla ante la altura del reto. Casadó lució un esfuerzo sobrehumano, como si en la ausencia de Gavi el Barça hubiese generado una versión reducida, sin ese talento y finura, pero de una determinación y recorrido alucinantes. En cada partido, el culé ve en sus chavales futuros objetos de orgullo que invitan a seguir apostando por el mismo camino.
El Faro Canario, Llamado Pedri
La diferencia residió en lo que muchos han querido abortar. Pedri. El canario es un ser de luz que ilumina y aclara situaciones complejas. En su fútbol preclaro, premonitorio, el Barça encontró en el retorno de Pedri sus mejores momentos del partido. Hubo pases dentro que no salían escupidos fuera, aceleraciones que se tornaban en pausas y carreras que se frenaban para luego volver a romper. Flick le quitó el mando a Baraja poniendo en el verde al mejor centrocampista del equipo, y evidentemente el Barça pasó a ser mucho mejor equipo. Mientras se hablan de piernas, de correr y de físico, Pedri sigue demostrando que no hay principio más valioso que el de jugar bien a la pelota.
El fútbol estará a buen recado con Pedri sano.