No cualquiera puede entender la magnitud del momento cuando Enzo Francescoli, el Príncipe de River, dejó el césped del Monumental por última vez. Ayer, cada rincón de Núñez vibró con una intensidad que se sentía hasta en el aire; era como si las trompetas celestiales anunciaran el ocaso de un titán del fútbol.
Un adiós con sabor a gloria
La noche se presentaba ideal para el marco de la despedida: el estadio de River Plate estaba lleno como pocas veces, un verdadero hervidero de emociones. Enzo Francescoli, el uruguayo que supo conquistar el corazón de cada hincha millonario, entregó su último adiós con la elegancia de un rey que se retira de su reino. ¡Qué elegancia la del Enzo, señores! Cada toque parecía una caricia al balón, y cada pase, una obra de arte.
El Príncipe y su última danza
El partido, que más que un partido era una fiesta, comenzó con Francescoli moviéndose como si tuviera alas en los pies. Hubo momentos que fueron casi poesía en movimiento: ese amague en el minuto 23, que dejó a tres defensores paralizados como estatuas, y ese pase magistral al pecho de Ortega, preciso como reloj suizo. ¡Qué calidad, qué manera de manejar los hilos del juego!
Un Monumental rendido a sus pies
El minuto 72 fue el clímax: cuando el cuarto hombre levantó el cartelón iluminado con el número 9, el estadio entero se puso de pie. Las ovaciones rugían como olas en una tormenta, miles de gargantas clamaban un nombre: ¡EN-ZO! Su salida fue una mezcla de orgullo y tristeza, un nudo en la garganta. Cada paso que daba hacia la línea de banda estaba cargado de historia, de títulos, de recuerdos imborrables. Aquel último aplauso fue ensordecedor, envolviendo al Príncipe en un abrazo interminable.
El legado del Príncipe
Enzo Francescoli no solo se despide de River, se despide de un legado que marcó a generaciones. Sus goles, sus jugadas, sus títulos (10 ni más ni menos) quedan tatuados en la memoria de los hinchas. Así se va un grande, pero su sombra seguirá pateando esa pelota mágica en el Monumental por siempre.
Así que, amigos, si hubo una noche para recordar en la vasta historia de River Plate, fue sin duda la de ayer. Francescoli se va, pero el espíritu del Príncipe vivirá eternamente en cada rincón del Monumental. ¡Gracias por tanta magia, Enzo! ¡Nos dejaste el alma llena de fútbol!
En el fin de una era, quedará resonando en nuestras mentes el eco de su talento infinito. ¡Hasta siempre, Príncipe de Núñez!