Muchas semanas ha estado esperando Gabi a esos jugadores que deben dar el salto de calidad que el Real Zaragoza necesita para evitar una temporada como la anterior. A pesar de no haber tenido mucho tiempo, el técnico madrileño dejó claro que los debutantes en el Ibercaja Estadio, Paul Akouokou y Kenan Kodro, llegaron para ser piezas clave en un equipo que aún busca su rumbo.

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El desafío inesperado
Aunque ninguno empezó como titular —algo que pronto cambiará—, un golpe desafortunado a Radovanovic obligó a Gabi a hacer cambios drásticos en el sistema. En un instante, decidió darle la oportunidad a Akouokou, apostando por él antes que por Keidi Bare, quien también se preparaba en la banda. La vida del costamarfileño dio un giro radical en menos de una semana, pasando de entrenar con el Lyon a plantarse casi de improvisto en el Ibercaja Estadio con la misión de brindar estabilidad a un tambaleante Real Zaragoza.
Un comienzo prometedor
La primera prueba para Akouokou era intensa, pero logró superar el desafío inicial. Aunque le costó asentarse y cometió errores tempranos, como la tarjeta amarilla, lo más importante es la buena impresión que dejó en un equipo que necesitaba una figura como él. Su despliegue físico invita al optimismo, especialmente considerando su escasa actividad en los últimos años. También mostró valentía, sin temer tener el balón en sus pies y avanzando con decisión cada vez que se presentaba la oportunidad.
El espaldarazo de Saidu
Saidu merece una mención especial. No es un fichaje nuevo, pero para Gabi, su presencia es una bendición. Su bravura y coraje compensan sobradamente los errores que pueda cometer. Aunque no es su posición natural, el impacto en el partido tras el choque de cabezas que afectó a Radovanovic fue evidente. Con Saidu en el campo, siempre parece que algo distinto puede suceder, una bocanada de aire fresco en un juego que, por momentos, parecía no tener más que ofrecer.
El perfil deseado
Porque el fútbol es para todos, pero no todos son futbolistas. Kenan Kodro, el nuevo talento blanquillo, no necesitó más que tocar unos pocos balones para demostrar qué hace un delantero de calidad. Zaragoza buscaba a su ariete y parece haberlo encontrado en Kodro. Aunque juega frecuentemente lejos del área, su presencia es un soplo de aire que, con el tiempo, puede transformarse en una lluvia de goles.

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Del resto del partido, poco destaca. Para levantar el ánimo tras un inicio de curso bajo (2 de 12), queda la esperanza de que esto solo puede mejorar. Al menos, y mientras se adaptan a su nuevo equipo, el Real Zaragoza parece haber fichado piezas que pueden cambiar su preocupante presente.
