En una noche cargada de emociones en el Estadio Monumental, Vicente Poggi brilló con dos golazos que no sólo le dieron el triunfo a River, sino que desataron una ola de recuerdos y homenajes hacia el querido Morro García, ídolo eterno de Godoy Cruz.
El Milagro del Monumental
Era una noche crucial para River. La «Banda», con necesidad urgente de sumar puntos, salió a la cancha con el cuchillo entre los dientes. Vicente Poggi, cual héroe en una epopeya griega, tomó las riendas del encuentro.
Primer Gol: La Apertura del Sueño
Minuto 25, Poggi recibe un pase quirúrgico en el borde del área. Con una precisión de relojero suizo, enganchó hacia adentro y lanzó un disparo que dejó petrificado al arquero rival. ¡Boom! ¡Gol! La hinchada estalló en un rugido ensordecedor, era el primero de la noche y el inicio de lo que sería una velada inolvidable.
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Parecía que el destino tenía un plan especial para Poggi. En el minuto 70, otro balón le cayó en los pies. Lo controló como quien acaricia un tesoro y, desde afuera del área, sacó un remate como un misil teledirigido al ángulo. ¡Golazo! La tribuna se venía abajo, la manija era total y la emoción a flor de piel.
El Homenaje Inolvidable
Pero la noche no sólo sería recordada por esos dos goles. En un gesto que enmudeció al estadio, Poggi levantó la camiseta de River para mostrar una remera con el rostro del Morro García. Un homenaje que caló hondo en los hinchas de ambos equipos y que mostró la inmensa humanidad del joven jugador. Lágrimas y aplausos se mezclaron en una conmovedora ovación.
Bajo Presión: Los Movimientos Clave
En el complemento, el técnico de River realizó cambios estratégicos que fueron fundamentales: el ingreso de Carrascal le dio más dinamismo al mediocampo y permitió que Poggi tuviera más libertad para brillar. En defensa, la sólida actuación de Paulo Díaz y Casco fue crucial para mantener el marcador intacto.
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La noche terminó con una victoria que fue mucho más que tres puntos. Fue un canto a la vida, al recuerdo y a la pasión futbolera. Poggi, con sus dos golazos y su homenaje al Morro García, no sólo ganó un partido; ganó el corazón de la hinchada y se consagró como un auténtico ídolo eterno.
¡El Monumental fue testigo de una hazaña que quedará en los libros de historia! ¡Una noche de fútbol argentino que nos recordó por qué este deporte es pura pasión!
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