Gary Medel se reencontró con el templo de la Bombonera. Sí, leyeron bien. El «Pitbull» volvió a rugir en el verde césped que lo vio brillar alguna vez, despertando pasiones y destilando garra por doquier. En un duelo que no fue para cardíacos, Boca se enfrentó a Defensa y Justicia, y Medel dejó claro que su corazón siempre late xeneize.
Un regreso a lo grande
Un León en la defensa
El partido arrancó con el pitido inicial y, desde el primer segundo, Medel mostró por qué es el alma y vida de cualquier equipo en el que juega. Se tiró al piso como un rayo, trabó como un bulldog y se paró firme como un roble, ¡y vaya si se notó su presencia! La cancha se transformó en una jaula donde el «Pitbull» dictaba las reglas del juego.
Primer tiempo de vértigo
La primera mitad fue un tango bien argentino, ¡de esos que te paran el corazón! Medel, en su salsa, no dejaba pasar ni el aire. En el minuto 12, le puso el pecho a un tiro libre venenoso que buscaba el ángulo. ¡Pam! Como quien despeja las malas vibras con una sola mano. El estadio coreaba su nombre y cada intervención suya era un aplauso cerrado. Boca y Defensa jugaban al filo del cuchillo, con jugadas de ida y vuelta que hacían vibrar las tribunas.
Medel, el gladiador moderno
Empuje y liderazgo
El segundo tiempo comenzó y Medel continuaba siendo una muralla infranqueable. Al minuto 60, con un quiebre de cintura, dejó a un delantero de Defensa y Justicia plantado como un poste de luz y salió jugando de manera magistral, cual mago sacando un truco de la galera. No paraba de gritar, ordenar y empujar a sus compañeros. ¡Era una locomotora a todo vapor!
El momento cumbre
Al minuto 75, Boca estaba contra las cuerdas y necesitaba una reacción. Medel, con la mirada fija y la determinación de un guerrero espartano, se lanzó a buscar un balón dividido en la mitad de la cancha. Se barrió, recuperó la pelota, y con un pase quirúrgico, dejó a Villa en una posición inmejorable para atacar. ¡Vaya asistencia! Villa no desaprovechó y cerró la faena con un gol que hizo temblar la Bombonera. ¡Uff! Para ponerse de pie y aplaudir.
El aplauso final
Cuando el árbitro pitó el final del partido, la emoción a flor de piel se descargó en un aplauso ensordecedor. Medel salido del campo con el sudor de la batalla y una sonrisa de oreja a oreja. El «Pitbull» demostró una vez más que, con su garra y corazón, Boca tiene un capitán en el alma que inspira y contagia pasión.
¡Ahí está señores, el regreso de Gary Medel! Un partido que se recordará por mucho tiempo y que reafirma una verdad innegable: el amor por la camiseta es eterno y la Bombonera volverá a iluminarse con su brillo único.
¡Vamos Boca! ¡Y vamos Gary!