¡Sí señores! El Monumental fue testigo de una noche que quedará grabada en la retina de los hinchas. River y Lanús, en un partido que fue una verdadera montaña rusa de emociones, sellaron un empate épico por el Torneo de la Liga que nos dejó sin aliento.
El primer tiempo: Una danza táctica
En los primeros 45 minutos, ambos equipos mostraron sus cartas. A los 10 segundos que rodaba el balón, River puso toda la carne al asador con un ataque fulminante. Parecía que el «Millonario» iba a arrollar al «Granate» de un saque, ¡pero Lanús dijo presente! El mediocampo fue una zona de guerra, con cada jugador dejando el alma en cada pelota. Era un toma y daca constante, como boxeadores intercambiando golpes en el ring.
Goles y explosiones de júbilo
¡Y vamos al grano! El primer grito sagrado llegó a los 25 minutos. Enzo Pérez, como un titiritero manejando los hilos, filtró una asistencia magistral para que Beltrán definiera con una clase de escalofrío. ¡1 a 0 para el Millo!
Lanús no se quedó atrás, y como quien no quiere la cosa, a los 37 minutos, José Sand, ese tanque eterno, empató el partido con un cabezazo demoledor que hizo vibrar a la tribuna visitante. ¡Boom! 1 a 1 y el partido se encendía como fuego en pastizales secos.
El segundo tiempo: Desenfreno puro
El complemento arrancó con todo. River salió a buscar el partido con un ímpetu arrollador, mientras que Lanús apostó al contragolpe, un tiro al aire que podía salir o no. A los 55 minutos, un remate de Barco desde fuera del área que dejó temblando el travesaño nos levantó de las butacas. ¡Pum! El ruido todavía resuena.
El gran final: Un torbellino de emociones
Pero esperen, esto se pone aún mejor. A los 80 minutos, Julián Fernández, ese joven descarado, se mandó una jugada maradoneana por la banda, dejando un tendal de defensores para asistir a Orozco, que empujó la redonda al fondo del arco. ¡Lanús lo daba vuelta, increíble!
La respuesta de River fue inmediata. Mejor que un golazo de media cancha, Enzo Dios Pérez, en un rapto de locura futbolera, se mandó al área rival y fue derribado. Penal y, sin más vueltas, Borja se plantó frente al arquero. Silencio sepulcral… ¡y golazo! ¡Gritalo fuerte, Borja, que estás en River! Esto terminaba 2 a 2.
Conclusión: Un empate que sabe a final
Cuando el árbitro pitó el final, quedó claro que habíamos presenciado uno de esos partidos que son una joya del fútbol. Un empate con sabor a victoria, a derrota, a todo junto. Una mezcla de emociones que solo nuestro querido fútbol argentino puede regalarnos.
Señoras y señores, River y Lanús nos brindaron una noche para el recuerdo. ¡Gracias, fútbol, por tanto!