Desde las profundas tierras de Curuzú Cuatiá hasta el glorioso césped del Cilindro, Maxi Salas nos ha regalado un espectáculo digno de una epopeya futbolera. ¡Con una zurda que parece bañada en oro y un corazón que no le entra en el pecho, el delantero se ha convertido en la nueva joya de Racing Club!

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La llegada del crack
Cuando Gustavo Costas posó su mirada en Salas, vio un diamante en bruto listo para brillar bajo las luces de Avellaneda. El pibe, con su característico espíritu correntino, no solo aceptó el desafío, ¡lo abrazó con una pasión arrolladora!
Jugadas de película
Como si fuese un tango apasionado, Maxi bailó entre los defensores, dejando rivales en el camino como quien deja pañuelos en el aire. ¡Boom! Con un remate potente, venció al arquero enemigo, y el eco del gol resonó en cada rincón del estadio. ¡Era el gol de la victoria! Cada dribbling, cada pase dejado como un guiño cómplice a la hinchada que rugía como un león enardecido.
El factor Gustavo Costas
Bajo el ala de Costas, Salas encontró el mentor perfecto. Su estrategia fue hacer florecer el talento innato de Maxi, guiándole con sabiduría y fervor. Como un alquimista transformando metal en oro, Costas despertó un gigante dormido en el corazón del delantero.

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- Visión de juego: Precisión quirúrgica en cada pase.
- Velocidad: Viento en sus botines, imparable.
- Determinación: ¡Corazón y garra en cada jugada!
El rugido de la hinchada
La hinchada de Racing lo ha adoptado como uno de los suyos. «¡Aliento a pleno, Maxi!», corean con cada jugada, con cada gol. Salas se ha transformado en un ídolo, su camiseta número diez ahora ondea con orgullo entre los fervientes hinchas que ven en él no solo un jugador, sino un símbolo de entrega y pasión.
Para Maxi Salas, el futuro es una hoja en blanco lista para ser escrita con goles y victorias. ¡Y vaya si el bisoñé del fútbol ha comenzado a dejar huella! ¡Aguante Maxi, aguante Racing!
