El deporte mundial enfrenta una paradoja fascinante: mientras se clama por la independencia del deporte respecto a las políticas de los estados y organismos supranacionales, la realidad es que estos eventos necesitan adaptarse a las leyes y normas internas de los países anfitriones. Aquí surge el nudo gordiano del mundo deportivo actual.
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Trump, la estrategia tras los grandes eventos
Donald Trump, con una sonrisa que sugiere conocimiento del potencial propagandístico, observa atento el calendario de su mandato: el Mundial de Fútbol Masculino de 2026 y los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028. «Yo los conseguí», recuerda con el orgullo de quien atesora un as bajo la manga, refiriéndose a las decisiones tomadas durante su primer mandato.
Jugadas políticas y decisiones deportivas
Curiosamente, Trump se mostró satisfecho de haberse «perdido» su segundo mandato tras la derrota ante Joe Biden en 2021, jocoso y convencido de la oportunidad que ahora se le presenta. Sin embargo, el reciente Mundial de Clubes no logró captar su interés mientras celebraba su cumpleaños número 79 con un desfile militar en Washington, priorizando mostrar el músculo de la nación.
El deporte y las tensiones internacionales
El mundo deportivo mira con un ojo en el horizonte y otro en las leyes. Las políticas migratorias de Trump y su postura en la guerra comercial añaden capas de tensión a eventos que buscan la integración global. La reciente prohibición de entrada a ciudadanos de doce países inquieta, lanzando una sombra sobre el acceso de aficionados durante estos eventos globales.
Desafíos para el Mundial 2026
Con Estados Unidos, Canadá y México listos para ser coanfitriones, el próximo Mundial se enfrenta a desafíos logísticos por las restricciones de movimientos entre países, algo que imita más a un rompecabezas que a una red fluida como la Unión Europea. ¿Flexibilizará Trump sus políticas para favorecer el evento? La pelota está en su campo, y las implicaciones se sienten a lo largo y ancho de la cancha.
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El impacto en los aficionados
El lema «Unidad, certidumbre y oportunidad» con el que Norteamérica convenció al mundo para ser sede del Mundial 2026 ahora se tambalea bajo el peso de tensiones arancelarias. ¿Será posible una tregua durante el torneo? Los gigantes patrocinadores de la FIFA, desde Hyundai hasta Adidas, esperan el desenlace con anhelante paciencia.
El papel de la FIFA y el COI
Gianni Infantino, presidente de la FIFA, se adapta como pez en el agua a las corrientes políticas. Su decisión de no lanzar campañas contra el racismo durante el Mundial de Clubes no ha pasado desapercibida. Mientras tanto, Kirsty Coventry, nueva presidenta del COI, mantiene su confianza en que Trump priorizará el éxito de los Juegos Olímpicos, aunque el veto a Rusia y a deportistas trans mantiene las aguas turbulentas.
El balón sigue rodando, y aunque el campo está plagado de retos, el mundo del fútbol se prepara para lo que promete ser un duelo épico entre política y deporte. Como dirían los aficionados más apasionados, en el partido de la política contra el deporte, el espectáculo está asegurado.
