La derrota del Sevilla en Balaídos ante el Celta de Vigo (3-2) provocó una tormenta de emociones entre la afición sevillista. La actuación del equipo, que jugó como el soldado perdido en el campo de batalla a pesar de tener ventaja numérica tras la expulsión de Marcos Alonso, dejó mucho que desear. La cercanía al descenso fue la chispa que encendió a los seguidores más apasionados.

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El accidente en el césped
La primera mitad fue un compendio de imprecisiones y nervios. A pesar de tener más corazón que una marcha cofrade, el Sevilla se encontró en desventaja antes del descanso. La segunda parte, con un jugador de más, debería haber sido su tabla de salvación, pero se transformó en un océano de oportunidades desperdiciadas.
Expulsión que no se aprovechó
El partido dio un giro inesperado con la tarjeta roja a Marcos Alonso, un regalo caído del cielo que los sevillistas no supieron aprovechar. En lugar de sacar la artillería y rematar la faena, se quedaron como un barco a la deriva, sin rumbo ni capitán.
Reacción del club ante incidentes
El comunicado oficial del Sevilla, en respuesta a los incidentes ocurridos en la Ciudad Deportiva, fue contundente: «Criminales deleznables». El club mostró su rechazo con la fuerza de un cañón, reforzando su postura en contra de la violencia que amenaza con manchar el escudo del equipo de Nervión.
En un ambiente cargado de tensión y emociones a flor de piel, más de uno salió con el corazón roto, esperando que el equipo recupere el norte antes de que sea demasiado tarde.

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