Era un partido complicado para el árbitro, Ricardo de Burgos Bengoetxea. Pitar un clásico siempre es un desafío colosal. La presión y las emociones están a flor de piel. Este en particular multiplicó las polémicas incluso antes del inicio, comenzando con la rueda de prensa arbitral previa a la final de la Copa del Rey entre el FC Barcelona y el Real Madrid.

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El colegiado vasco, visiblemente afectado por los intensos ataques de Real Madrid TV, llegó a romper en llanto. Su compañero en el VAR para este encuentro, Pablo González Fuertes, lanzó una advertencia sobre «medidas» hacia la televisión del club blanco.
Tensión desde el inicio
Ya sobre el verde, el ambiente era de máxima tensión. Lucas Vázquez marcó el comienzo del duelo con una entrada contundente sobre Raphinha, una acción dura, pero solo la punta del iceberg de un partido reñido. Jugadas como la criminal entrada de Tchouaméni a Olmo, y las agresiones de Ceballos a Lamine Yamal y Modric a Gavi elevaron la temperatura del campo, aunque ninguno vio la roja.
Controversia en los penaltis
La controversia también reinó en el terreno de los penaltis. El más discutido fue la mano de Valverde en la primera parte, que fue justificada por el árbitro como mano de apoyo. Sin embargo, el claro agarrón de Ceballos a Cubarsí durante un córner, que evitó el remate del defensor del Barça, no fue sancionado.
En el tiempo añadido, las decisiones se mezclaron: una patada de Rüdiger a Ferran Torres dentro del área quedó sin sanción, y un penalti inicialmente concedido a Raphinha fue anulado tras la revisión del VAR por un supuesto fingimiento del brasileño, quien acabó amonestado.

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Explosión final: expulsiones y drama
En la recta final de la prórroga, finalmente el árbitro sacó las tarjetas rojas, aunque fueron por protestas desde el banquillo. Tanto Rüdiger como Lucas Vázquez vieron la expulsión por arrojar objetos a los colegiados, expresando su frustración por la derrota. A Jude Bellingham también se le mostró la roja en el camino a los vestuarios.
Este clásico, lleno de pasión y decisiones polémicas, dejó un sabor amargo y generó una expectación sobre las sanciones posibles a raíz del acta arbitral. Una final de la Copa del Rey que será recordada por su intensidad y dramatismo en cada jugada.
