La final de la Copa del Rey 2025 entre el Barça y el Real Madrid, disputada este sábado en La Cartuja, no solo dejó goles y jugadas memorables, sino también un episodio extremadamente polémico. Junto a las actitudes descontroladas de Rüdiger y Bellingham al finalizar el encuentro, emergieron unas imágenes que han encendido las redes sociales: Dani Carvajal protagonizó un momento tan candente como un derbi.
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Cazado sin control
El lateral derecho del Real Madrid, lesionado y por lo tanto ausente del terreno de juego, observó cada minuto del partido desde detrás del banquillo de su equipo. Como un volcán en erupción, Carvajal no pudo contener su frustración y, visiblemente alterado por varias decisiones arbitrales, fue captado por las cámaras de Movistar Fútbol profiriendo graves insultos al colegiado Ricardo de Burgos Bengoetxea. Entre expresiones como «¡Cagaos!», «¡Hijo de puta!» y «¡Caradura!», el malestar del jugador fue evidente. Aunque no estaba inscrito en la convocatoria ni vestido de corto, su comportamiento podría haber traído cola para el Real Madrid.
En el horizonte, se cierne el Código Disciplinario de la RFEF, que no pasa por alto los insultos o actitudes de menosprecio hacia los árbitros, incluso fuera del campo. Tal como soplan los vientos, estas actitudes pueden ser sancionadas con varios partidos de suspensión, lo que afectaría la disponibilidad de Carvajal para futuros encuentros oficiales. Aun así, Carvajal logró esquivar las consecuencias en esta ocasión.
Un precedente reciente
Pero esto no es flor de un día. Hace apenas unas semanas, Carvajal volvió a encender las alarmas durante el partido de la Champions League entre el Real Madrid y el Arsenal. En un duelo de titanes que parecía escrito en las estrellas, y sin estar convocado, el lateral se lanzó a una discusión verbal con Bukayo Saka en el túnel de vestuarios, un intercambio tan acalorado que obligó a la intervención de la seguridad.
Este arranque de temperamento en una de las noches más importantes del fútbol español recuerda que en el espectáculo del balompié, las emociones pueden ser tan impredecibles como el propio juego.
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