El Papa Francisco, hincha confeso de la celeste y blanca, dejó a más de uno con la boca abierta al no presenciar la épica victoria de Argentina en el Mundial 2022. ¡Una decisión que dejó a todos atónitos! ¿Qué pasó? ¿Cómo es posible que el líder de la Iglesia Católica, un verdadero amante del fútbol, se haya perdido del golazo de Messi y la consagración del equipo en Qatar?
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Su Santidad tenía un compromiso que lo ató de pies y manos: una agenda rebosante de actividades en el Vaticano. Aunque muchos pensaron que podría hacer un pequeño «break» y mirar el partido, ¡nada de eso! El Papa optó por cumplir con su misión espiritual. Siendo como un verdadero «10» en la cancha de la vida, decidió estar presente para sus fieles en lugar de armar un bardón en una tribuna.
Un compromiso inquebrantable
La elección del Papa fue más que lógica: el llamado del deber siempre prevalece. La semifinal en la que Argentina se impuso a Croacia fue un festín de emociones, donde cada pase, cada tiro, cada grito de gol retumbó en los corazones de millones de argentinos. Mientras tanto, Francisco lo vivía a la distancia, haciendo oración y enviando buenos deseos a su selección, como un verdadero místico del fútbol.
Rugidos de orgullo nacional
Y qué decir de la final contra Francia, un partido que se convirtió en un auténtico thriller. Ese encuentro nos mostró jugadas extraordinarias, como la asombrosa gambeta de Messi para el primer gol, o el tremendo bombazo de Di María que dejó a los franceses sin palabras. ¡Una montaña rusa de emociones! La humanidad no solo presenció un partido, sino un relato de coraje, pasión y unidad. Pero el Papa, en lugar de estar allí, estaba elevando sus plegarias, poniendo su fe a prueba en el nombre del fútbol.
Argentina se coronó campeona del mundo, y mientras toda la hinchada estallaba en alegría y los festejos se desbordaban por las calles, Francisco, lejos del bullicio, mantenía su postura. Un gesto que nadie puede reprocharle, pero que seguramente dejó un vacío en el corazón de los fanáticos que deseaban verlo levantar la copa junto a sus muchachos.
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Así, el Papa Francisco nos recordó que, aun en los momentos más electrizantes, hay decisiones que trascienden el balón. En este Mundial, Argentina brilló y él, desde su lugar, fue un hincha más. ¡Viva el fútbol y viva la bandera celeste y blanca!
