Imanol Alguacil no se muerde la lengua: «Han sido dos goles totalmente evitables y me da rabia haberlos encajado». El técnico de la Real Sociedad se mostró visiblemente molesto tras el partido, un duelo en el que el equipo no solo dejó escapar puntos, sino también parte de su esencia en el campo.

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Dos goles como puñales
Con el pitido final aún resonando en el estadio, el enfado de Alguacil era palpable. «Estos goles son como esos despistes que te dejan con la miel en los labios», comentó. La defensa, como una muralla que se resquebraja en el peor momento, permitió que el rival se colara con demasiada facilidad, anotando dos tantos que podrían haberse evitado con un poco más de concentración y rigor táctico.
La defensa y sus grietas
El técnico donostiarra, que siempre ha defendido un juego sólido y organizado, vio cómo su equipo se deshacía en instantes clave. «Es como si hubiésemos hecho un flan de errores», confesó, utilizando una metáfora que refleja la fragilidad que mostró la zaga en momentos decisivos. Los contragolpes del rival fueron letales, y cada embestida se sintió como un mazazo en las aspiraciones del equipo local.
Decisiones en el banquillo: una cuestión de timing
La frustración de Alguacil no se limitó solo a la actuación defensiva, sino también a ciertas decisiones tácticas que no surtieron el efecto esperado. «Esto es fútbol, y los detalles marcan la diferencia; hoy hemos estado más cerca de la tormenta que de la calma», añadió. La rabia en sus palabras refleja el deseo de mejorar y aprender de estos errores, como quien busca rehacer su obra maestra después de un día gris.

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El encuentro dejó una sensación agridulce en la afición, que vio cómo su equipo entregaba una parte de su alma sobre el césped, pero a veces, el balón es caprichoso y se alía con el viento para hacerle un guiño al destino. Toca levantar cabeza y seguir remando contracorriente, como buenos vikingos del norte.
