¡Ay, Boca querido, menudo calvario! En la ribera, el aire huele a angustia y cada suspiro parece doler más que el anterior. La Bombonera, ese templo del fútbol, vuelve a contener el aliento ante una noticia que resuena como un trueno en una tarde de verano: Herrera ha sufrido su tercera lesión en apenas dos meses. ¡Mamma mía! ¿Qué está pasando con nuestro gladiador en el campo?
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El infortunio se ensaña
En un partido vibrante, donde cada pase sabía a tango y cada jugada era una danza magistral, el destino nos jugó una mala pasada. Herrera, quien defiende su camiseta con uñas y dientes, cayó desplomado en el césped, una escena que cortó la respiración a más de un hincha. Era como ver a un titán resbalar en el campo de batalla, mientras el reloj marcaba el compás de la incertidumbre.
Tres lesiones en dos meses: ¡el colmo del infortunio!
La cruda realidad es que la mala suerte parece haber tomado un agasajo con nuestro querido lateral. Tres lesiones en tan solo dos meses; si eso no es tener la soga al cuello, que baje el telón y se apaguen las luces. Herrera, ese banderín de lucha en la banda derecha, una vez más debe hacer una pausa. Una pausa que se siente eterna.
- La primera lesión: Una contusión que recordó a un terremoto sacudiendo al equipo.
- La segunda: Una torcedura que desafió las leyes de la física.
- La tercera: Una estampa de infortunio, una caída al estilo de un rayo que desafía la tormenta.
Un equipo con el pecho inflado de esperanza
Pero, ojo al piojo, esto no se acaba hasta que no se acaba. En Boca, la esperanza corre más rápido de lo que cualquiera pueda imaginar. El plantel, desde el cuerpo técnico hasta los jugadores, tienen la fe plantada en el corazón como un ombú en la pampa. La Garra, la Pasión, y ese fuego eterno de la azul y oro no se apagan así nomás.
El regreso de un titán no se puede aplazar
La esperanza está en que nuestro guerrero regrese más fuerte que nunca. Los hinchas, esa hinchada que no se rinde, esperan con ansias el día en que Herrera vuelva a pisar el campo, el día en que su grito de batalla resuene nuevamente y la Bombonera vuelva a rugir como solo ella sabe hacerlo. Porque, a fin de cuentas, el fútbol es así: una montaña rusa de emociones, y nosotros, ¿cómo no vamos a subimos en ella con el pecho inflado de pasión?
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¡Vamos, Boca! Esta historia no termina aquí. Esto es solo un capítulo más en la épica novela del fútbol, donde los héroes caen, sí, pero siempre se levantan. ¡Arriba, campeón! ¡A seguir luchando, Herrera! Tu legión de hinchas te espera con el corazón latiendo al ritmo de un bombo en Carnaval!
