El partido entre el Celta de Vigo y el Real Valladolid fue un auténtico carrusel de emociones que culminó con Marcos Alonso convirtiendo un penalti decisivo a siete minutos del pitido final. Esta victoria permitió al Celta seguir su racha imbatida y acercarse a la zona europea, dejando al Valladolid, que luchó con uñas y dientes, como colista tras caer 0-1. Aunque los pucelanos mostraron garra y determinación, su falta de precisión frente al arco rival los condenó una vez más.

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Inicio con intensidad
Ambos equipos salieron al césped con el deseo de sorprender al rival. El Valladolid contó con el regreso de Mario Martín al once titular y Sylla como referencia en ataque, mientras que el Celta optó por la sorpresa táctica, intercambiando las bandas a Óscar Mingueza y Carreira. Los gallegos, como una tormenta inesperada, no tardaron en hacerse con el control del partido. A los cinco minutos, Borja Iglesias ya había probado suerte desde el punto de penalti, aunque vio su intento bloqueado por la sólida defensa del Valladolid.
Primeros pitos en Zorrilla
El Celta continuó su asedio con Iago Aspas rozando el gol, provocando los primeros silbidos en el estadio José Zorrilla. Sin embargo, el equipo local no se rindió y, gracias a la creatividad de Grillitsch, estuvo cerca de batir a Guaita, guardameta del Celta, con un cabezazo de Mario Martín. Este remate fue una chispa que encendió la esperanza vallisoletana, aunque su presión inicial se vio contenida por un Celta que jugaba con cabeza fría.
Cambios y emociones en el segundo tiempo
La segunda mitad comenzó con un susto para los locales cuando el árbitro señaló un penalti a favor del Celta, aunque tras revisar la jugada, la decisión fue revocada, devolviendo el aliento a los aficionados blanquivioletas. Con el ingreso de Marcos André para reforzar el ataque, el Valladolid tuvo su oportunidad más clara cuando Chuki voló por la banda y centró para un remate que se fue desviado por muy poco.
Drama en los minutos finales
El guion del partido tenía reservado un golpe de efecto. Javi Sánchez, del Valladolid, cometió un error infantil al tocar el balón con la mano dentro del área, concediendo un penalti que Marcos Alonso transformó sin titubeos. Los instantes finales fueron un torbellino de intentos fallidos por parte de los locales, con Chuki teniendo a bocajarro una ocasión clarísima, pero el balón se fue por encima del travesaño. Con el pitido final, el Valladolid vio oscurecerse su horizonte de salvación, mientras el Celta se acercaba un paso más hacia su sueño europeo, quedando a tan solo dos puntos del Betis.

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El resultado fue un recordatorio de la implacable naturaleza del fútbol, donde se juega con el corazón en la mano y cualquier descuido puede ser el inicio de una caída al abismo.
