En un duelo cargado de adrenalina y giros inesperados, el Inter de Milán logró una trabajada victoria por 3-2 ante el colista, el Monza, en un encuentro que parecía marcha tranquila hasta convertirse en una montaña rusa de emociones. El campeón volvió a demostrar por qué es líder de la Serie A, armado con pasión e intensidad que a veces parece no caber en el icónico Giuseppe Meazza.

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Un desafío más allá del papel
Parecía un trámite sencillo para los hombres de Simone Inzaghi, quienes están en un momento dulce tras encarrilar su paso a los cuartos de final de la Liga de Campeones al derrotar al Feyenoord. Sin embargo, el Monza, cual ave fénix, sorprendió a propios y extraños poniéndose por delante con dos goles y asumiendo el papel de león inesperado, más que de cordero resignado.
Monza da el golpe inicial
Fue Dany Mota quien, jugando al estilo de un maestro del ajedrez, armó una jugada de contragolpe que desnudó a la defensa nerazzurri, culminando en un soberbio tanto de Keita Baldé. El Monza replicó la estrategia una vez más, haciendo vibrar la red del Inter con un espectacular disparo desde la frontal, colocando un nudo en la garganta de los locales justo antes del descanso.
Reacción y remontada
Pero la saga del Inter no estaba destinada a una caída funesta. En el tiempo añadido de la primera parte, una combinación casi divina entre Denzel Dumfries y Marko Arnautovic devolvió la esperanza al coliseo lombardo. Simone Inzaghi, ávido de cambio, movió sus piezas en el entretiempo introduciendo a Yann Aurel Bisseck y Carlos Augusto, quienes se volverían protagonistas decisivos en la remontada.
El giro definitivo
Con el campo inclinado a su favor y la moral por las nubes, el Inter encontró el empate en el minuto 64 gracias a un disparo quirúrgico de Hakan Calhanoglu que besó el palo antes de anidar en la red. Las grandes historias requieren finales dramáticos, y así lo escribió Lautaro Martínez cuando, tras un preciso centro de Carlos Augusto, su cabezazo se desvió ligeramente en Georgios Kyriakopoulos, superando la línea de gol por el más mínimo de los márgenes: una escena de infarto confirmada por la tecnología.

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El Inter, ahora más asentado en su posición de líder con cuatro puntos de ventaja sobre el Nápoles, dejó escapar algunos destellos finales, como un tiro al palo de Marcus Thuram, pero aseguraron tres puntos vitales en su lucha por el título. Para el Monza, la sombra de la Serie B se alarga, recordándoles que el fútbol, como la vida, rara vez es un camino recto.
