Javier ‘Chicharito’ Hernández ha vuelto a acaparar la atención del mundo futbolístico tras su controvertido festejo en el duelo entre Chivas y Atlético de San Luis, una derrota que dejó más preguntas que respuestas. Lo que realmente dejó a todos con el ojo cuadrado no fue tanto el resultado en el marcador, sino su celebración, que fue un claro gesto de ‘silencio’. Este acto, como una declaración de la guerra, desató diversas especulaciones sobre a quién iba dirigido.

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Algunos lo interpretaron como un desafío a sus críticos, pero la verdad detrás de este mensaje fue que estaba destinado a Óscar García Junyent, el hasta ese momento director técnico del Rebaño, que había estado lidiando con problemas de salud que lo llevaron a perderse el partido.
El conflicto entre Chicharito y García Junyent
Desde el arranque de su etapa bajo el mando de Óscar García, la relación entre el delantero y el estratega español nunca fue miel sobre hojuelas. Según revelaciones del ‘Francotirador’ de Récord, el estratega no veía a Chicharito como un pilar fundamental en su planteamiento, relegándolo a un papel secundario en el plantel. Como si lo tratara con una mano de gato, no aprovechó el talento de uno de los goleadores más prolíficos del fútbol mexicano.
Esta decisión generó una creciente brecha entre ambos, con el legendario goleador deseando más minutos en la cancha para demostrar su valía. Sin embargo, el técnico persistió en su enfoque de utilizarlo únicamente como un revulsivo, situación que se prolongó sin tregua hasta el final de su ciclo con el equipo tapatío.
El enfrentamiento contra San Luis terminó por destapar toda la tensión acumulada. Aunque García no pudo estar presente en el estadio debido a una gastroenteritis que lo llevó a internarse, Chicharito no dejó escapar la oportunidad de grabar su mensaje en el recuerdo de todos los presentes.

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El desenlace de una era y el futuro del Rebaño
El desenlace era más que predecible. Mientras Chicharito contaba con el apoyo incondicional de la directiva rojiblanca, la trayectoria de García siempre estuvo bajo el ojo del huracán. Su manejo del vestuario dejó mucho que desear, y los resultados irregulares fueron la gota que derramó el vaso, llevando a su prematura salida del club. Así, se cerró un capítulo de un proyecto que nunca logró convencer, ni mucho menos brillar, ni dentro del terreno de juego ni en la tribuna.
Ahora, con la llegada de Gerardo Espinoza al banquillo, la gran incógnita es si Chicharito podrá recuperar su protagonismo y el brillo perdido. La gestión de las figuras históricas del club y la integración de estos jugadores será uno de los grandes desafíos que tendrá que afrontar el nuevo director técnico. En el fútbol, como en la vida, las oportunidades son como un tren que pasa solo una vez; será fascinante observar cómo esta nueva etapa influye en la carrera de uno de los ídolos más queridos del balompié mexicano.
