Ñublense se despide de la Copa Libertadores tras caer por 1-0 en Montevideo contra Boston River y empatar 1-1 en Chillán. Las ilusiones chillanejas quedaron rotas, un descalabro que terminó cobrando factura en el banquillo. Francisco Arrué pone fin a su fugaz paso como DT, dejando a los Diablos Rojos sin timonel.

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¿Quién levantará a los Diablos Rojos?
La búsqueda de un nuevo estratega está en marcha, y la tarea no parece ser pan comido. El fantasma de Jaime García acecha por el Paso Alejo, y la sombra de su legado es una carga pesada para los sucesores. Cristian Caamaño opina que la presión sobre los nuevos técnicos es una tormenta que pocos pueden capear.
Sin margen para el error
«El club apostó por un entrenador sin experiencia internacional», comenta Caamaño, «pero no se le dio ni un respiro para enderezar el rumbo. No se cumplió el objetivo, y así, se da paso al carrusel de técnicos que acepta las reglas de Ñublense». Palabras duras que desnudan la realidad detrás de la cortina de humo.
El peso del pasado
La herencia del Búfalo sigue resonando en los pasillos del club. Los entrenadores recientes han luchado por evitar tropezarse con su sombra. «Caputto también enfrentó el peso de la historia. Mario Salas llegó a la final de la Copa Chile, pero apenas pudo pasar la fase de Primera B», agrega en su análisis Caamaño.
Un subcampeonato de Copa Chile, conseguido en un camino que se fue despejando, no fue suficiente para reparar lo ocurrido en el torneo regular, en el que terminó en la novena posición.

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La gran pregunta
En medio de este laberinto de incertidumbres, Caamaño lanza una interrogante que resuena entre los hinchas de los Diablos Rojos: «¿Por qué contrataron a Pancho Arrué?»
