José Saturnino Cardozo, una leyenda viviente en la Liga MX gracias a sus heroicos días como artillero en el Toluca, regresa al vibrante mundo del fútbol, aunque esta vez, su regreso no será en los reflectores de la primera división mexicana. Después de un tiempo en la banca, el otrora máximo goleador y figura de los Diablos, vuelve a tomar el mando de un equipo, llevándose su pasión y astucia táctica a otras tierras.
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El Fenómeno Paraguayo: Un Legado Inigualable
Considerado como uno de los mejores jugadores extranjeros que ha pasado por el fútbol mexicano, Cardozo dejó una huella imborrable con sus 249 goles espectaculares para Toluca. Cada anotación forma parte de la odisea que lo consolidó como el máximo goleador en liguillas y finales. En total, alzó cinco títulos de Liga con los Diablos, un Campeón de Campeones y conquistó la Liga de Campeones de la Concacaf. Como la estrella más brillante en el firmamento toluqueño, «El Príncipe Guaraní” supo cómo brillar en el campo.
Sus Aciertos y Desventuras en el Banquillo
Tras colgar los botines, inició su periplo como director técnico. A pesar de su historial como artillero imbatible, los triunfos en el banquillo de la Liga MX se han mostrado esquivos. Anteriormente al mando del Municipal de Guatemala, decidió retomar su carrera en un entorno distinto, un tanto alejado del público mexicano.
Un Nuevo Desafío en Costa Rica
Ahora, Cardozo se enfundará nuevamente el traje de director técnico, esta vez para dirigir al Municipal Liberia de la Primera División de Costa Rica. El reto está servido y las expectativas son altas: levantar del bache al club ubicado temporalmente en la novena posición del torneo: una posición que, sin duda, no casará con su ambición de campeón. Como un buen charro en plena cabalgata, Cardozo buscará devolver el ritmo fulgurante del conjunto costarricense.
El desenlace de este nuevo capítulo apenas comienza y nadie quiere perder de vista lo que podrá lograr este titán del fútbol lejos de la Liga MX. El balón está en juego y el mundo del fútbol aguarda, expectante y lleno de emociones, el próximo paso en el camino de un ícono que, como pocas veces se ha visto, escribe su historia al filo de la cancha.