El vestuario del Real Madrid no reflejaba grandes alegrías tras el resplandeciente 2-5 que el FC Barcelona logró en la final de la Supercopa. Ese famoso mantra «el Real Madrid no juega finales, las gana» se desmoronó como un castillo de naipes, no obstante, el experimentado Luka Modric buscó suavizar el golpe de la dolorosa e inapelable derrota sufrida en el corazón de Arabia.
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Las palabras de un veterano
Modric: Elegancia y autocrítica
Como un viejo zorro del fútbol, Modric abordó la derrota con serenidad y aplomo. Con la autocrítica como bandera, el croata reconoció: «el Barça ha sido mejor rival, hay que felicitarle». Sus palabras resonaban en el vestuario como un acorde de realidad y nobleza.
El clásico recurso del siguiente partido
En un intento de mirar hacia adelante, no faltó el mencionado tópico que suele aliviar a los jugadores tras la caída: ‘Lo bueno es que ahora viene otro partido y ya hay que preparar el compromiso de copa’. Sin profundizar demasiado en el trasfondo de los errores cometidos, Modric destacó: «Hay que corregir lo que hemos hecho mal, tenemos que analizar lo que hemos hecho mal y mejorarlo». Un lenguaje tan claro y conciso como una jugada bien ensayada desde la mitad del campo.
Un toque de optimismo en la adversidad
A pesar del duro revés, Modric dejó caer una semilla de esperanza, una pequeña joya de optimismo en un día aciago: «Si hay que elegir perder una final, elijo esta». Aunque es cierto que en el fútbol no se puede elegir, las palabras del croata ofrecían un respiro en medio de la tormenta. Porque a veces, en el fútbol como en la vida, el balón no rueda como uno quiere, y hay que aceptar la derrota como parte del juego y aprender de ella.