El último enfrentamiento del Mallorca ha dejado un sabor agridulce, con la emoción en el terreno de juego ensombrecida por incidentes fuera del estadio. Alfonso Díaz, CEO de negocio del club, expresó su preocupación por el acoso que sufrieron algunas acompañantes de jugadores, un hecho que calificó de intolerable. «Hablé de madrugada con el presidente de la Federación, Rafael Louzán, y lo denunciamos. Esto no puede volver a ocurrir», enfatizó Díaz, destacando la importancia de garantizar la seguridad de todas las aficiones.
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Medidas urgentes: el compromiso de la Federación
La Federación ha respondido con prontitud ante estos desafortunados eventos. «Desde el primer minuto nos han asegurado que tomarán todas las medidas necesarias», afirmó Díaz. Se espera que las reuniones con la organización del evento traigan resultados concretos para prevenir futuras incidencias. La diligencia en la gestión de la crisis y la solicitud de información detallada subraya el compromiso por proteger a todos los asistentes de los partidos.
«Lo que ocurre en el campo, se queda en el campo»
En cuanto al choque directo en el terreno, el partido no estuvo exento de controversias, con Bellingham y Vinicius siendo protagonistas de algunas jugadas acaloradas. Díaz, en defensa de sus jugadores, sostuvo que todos los incidentes deben quedarse en el césped, alabando el esfuerzo y determinación del equipo: «Nuestros jugadores han peleado y lo han dado todo; nos vamos con la cabeza bien alta.»
Supercopa: una batalla heroica
La participación en la Supercopa supone un logro significativo para el club balear, una prueba del arduo trabajo que ha consolidado su presencia en la élite del fútbol. «Estar aquí es positivo para el club», explicó Díaz, equiparando este momento con escalar una montaña después de años de esfuerzos. Sin embargo, la moral del equipo se debilitó tras encajar el primer gol, pero supieron «sufrir y aprovechar oportunidades», demostrando coraje y orgullo en el enfrentamiento.
El estadio, que se asemejó a un «pequeño Bernabéu», se convirtió en un reto adicional, echando raíces en la sensación de jugar «fuera de casa». Pese a todo, el Mallorca sigue de pie, con la vista puesta en el futuro y el deseo inquebrantable de seguir creciendo y conquistando terrenos en el fútbol europeo.