¡Ay, el fútbol tiene tantas vueltas como el tango! La historia de Lautaro Martínez y su fugaz etapa por Boca Juniors es una de aquellas que nos hace pensar en el «hubiera sido». El toro de Bahía Blanca, antes de ser ese huracán imparable que deslumbra en Europa, tuvo un paso más corto que suspiros de novias en La Bombonera. ¡Y vaya paso! Es como un cuento de hadas sin final feliz; pintaba para un número nueve de antología, pero la historia fue otra.
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La Despedida Inesperada
Ahora bien, ¿qué pasó en ese momento dorado para que Boca y Martínez tomaran rumbos diferentes? Lautaro recuerda con una mezcla de emociones que lo «rajaron», según sus propias palabras, ¡porque no tenía la contextura física! Sí, señores, lo que es hoy un muro con piernas, en su momento no alcanzaba lo que el club deseaba.
El Futuro que No Fue
Podemos imaginar, como quien sueña despierto, una Bombonera rugiendo cada vez que Lautaro tocaba la pelota. ¡Pam! Un gol de cabeza aquí, ¡bam! un derechazo allí. Pero no, el destino tenía sus propios planes. Martínez, tras este desencuentro, puso el ojo en otras tierras para forjarse como uno de los mejores delanteros del mundo.
Reflexiones de un Futbolista
Lautaro, con la humildad que caracteriza a los grandes, no guarda rencor. Mira hacia atrás y ve una etapa de aprendizaje, porque en el fútbol, como en la vida, ‘lo que no mata, te hace más fuerte’. Y así, el nuestro fue a Racing y de allí, a deslizarse por el firmamento del fútbol europeo con más aplomo que un tango de Gardel.
Así es, amigos, la anécdota de Lautaro y Boca es una muestra más de cómo el fútbol, con sus idas y vueltas, es tan impredecible como el clima en Buenos Aires. Y ahí seguimos, fieles al balompié, porque como decía el gran Dante Panzeri, «el fútbol es la dinámica de lo impensado». ¡Hasta la próxima, hinchas del deporte rey!