En un inesperado giro digno de novela futbolera, tres simpatizantes bolsonaristas trasladaron su juego desde el campo político brasileño hasta el territorio argentino, buscando un nuevo esquema de defensa en el ámbito legal. Condenados por una falla técnica de enero de 2023 cuando intentaron dar un golpe a la democracia brasileña, ahora juegan a la espera del silbato de Javier Milei, quien se perfila como árbitro clave en este evento jurídico de alta tensión.

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El primer tiempo en Argentina
Joelton Gusmão de Oliveira, un veterano de 47 años con experiencia en gráfica, y Rodrigo De Freitas Moro Ramalho, un talento en asensos con catorce años de condena, fueron inicialmente marcados en territorio argentino en febrero pasado. Ambos jugadores del equipo de los “patriotras”, se refugiaron en La Plata, driblando las búsquedas legales brasileñas al sentirse acosados, como los protagonistas de una clásica historia de persecución política. Sus condenas fueron duras: abolición del Estado de Derecho Democrático, intento de golpe de Estado, y más. Una tarjeta roja múltiple que los dejó en el banquillo.
Cambios y revanchas tácticas
El tercer involucrado, conocido como J.B.C., ingresó al campo argentino desde el banquillo uruguayo en mayo de 2024. Este jugador, con una sanción menor de tres años y medio, mostró destreza al cambiar constantemente su domicilio registrado, como si de un hábil delantero evadiendo marcas se tratara. Originario de Merlo, provincia de Buenos Aires, ante el juez argumentó ser de la CABA.
¿Un gol en contra o un avance al área rival?
Este trío, que originalmente contaba con una prisión morigerada con tobilleras electrónicas en Brasil, ahora espera mantenerse en el juego despidiendo cualquier posible extradición. La defensa solicita un cambio en el esquema de juego, pidiendo tiempo extra para que la Comisión Nacional de Refugiados (CONARE) decida si son merecedores de etiquetas de víctimas políticas.
El árbitro fiscal entra en juego
Carlos Rívolo, en un papel de árbitro firme, rechaza las súplicas de postergar el partido. “No cumplen aún el estatus de refugiados”, asevera, indicando que la administración arbitral todavía no ha involucrado el pito final necesario para detener el proceso de extradición. Su dictamen es claro: la solicitud no impide el curso actual, como un árbitro que permite el flujo del juego sin interrupciones innecesarias.

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Un entrenador con mirada de águila
El diputado Eduardo Bolsonaro, con una presencia similar a un entrenador temperamental, critica desde afuera del campo. Alega que las tarjetas amarillas no fueron justas, acusando conexiones políticas influenciadas por la izquierda argentina. Confía en que a la estrella al mando, Javier Milei, junto con su equipo directivo, no se la pasará la oportunidad de restaurar la justicia y los “derechos” de sus jugadores.
El abismo entre ley y política
Con analogías al caso histórico de Galvarino Apablaza, los movimientos de este juego legal continúan, reflexionando sobre la posible intervención del ejecutivo argentino, que aún tiene la última palabra. Sea cual sea la decisión final, el pitazo de cierre aún no suena, y los corazones de los involucrados laten con intensidad mientras esperan el desenlace de esta emocionante partida transnacional.
