En el mundo del fútbol, donde las luces de la fama brillan intensamente, algunas estrellas se apagan antes de lo previsto. Este es el relato del fichaje más caro en la historia de los Tiburones Rojos de Veracruz, un fichaje que prometía tempestad pero terminó en serena calma. Antes de su desaparición de la escena futbolística mexicana en 2019, Veracruz trajo al club a un jugador que parecía augurar un futuro brillante, pero al final, su historia quedó cubierta por el polvo del olvido.
El Cometa Fugaz: Juan José de la Cruz Ortíz
Pocos recordarán el nombre de Juan José de la Cruz Ortíz, nacido en León, Guanajuato. Este mediocampista ofensivo y una de las joyas del fútbol mexicano era un canterano de los Rojinegros del Atlas, un jugador que, como un cometa, brilló intensamente en sus inicios. Fue convocado por la Selección Mexicana en varias ocasiones, mostrando su talento en torneos como la Copa Mundial Sub-20 de 2003.
Un Promesa que Se Disolvió
Después de mostrar su potencial, algo se quebró en 2005, cuando su carrera dio un giro inesperado. Fue cedido a los Gallos de Querétaro, una etapa que marcó el comienzo del declive. A pesar de ello, en un intento por rescatar su talento, Querétaro pagó 1.3 millones de dólares para traerlo de vuelta tras un periodo sombrío con los Coyotes de Sonora.
La Apuesta Millonaria de Veracruz
Fue en 2007 cuando Veracruz dio el golpe millonario: 3.8 millones de dólares por Juan José de la Cruz. Un costo mayor al que los Tiburones habrían pagado por cualquier otra estrella, superando a figuras como Leandro ‘Pipi’ Romagnoli o Daniel ‘Keko’ Villalva. Sin embargo, este fichaje se transformó rápidamente en una amarga decepción. Ortíz apenas disputó dos juegos y acumuló escasos 74 minutos sobre el campo, desapareciendo como un espejismo después de un solo semestre.
Un Camino Al Ocaso
La carrera de Cruz Ortíz se esfumó entre préstamos constantes a equipos como los Rayos del Necaxa, Albinegros de Orizaba y los Reboceros de La Piedad. Estas etapas, lejos de brillar, diluyeron su presencia en el césped hasta retirarse en 2011, cerrando su historia esportiva en una nota baja.
Este relato del fútbol mexicano es un recordatorio de un destino incierto y un sueño que se desvaneció cual arena entre los dedos. Juan José de la Cruz Ortíz pasó de ser una promesa a un nombre perdido en la memoria del fútbol, dejando tras de sí un eco que resuena como advertencia para los aspirantes a estrellas del balón. Mientras que el viento sigue susurrando su historia, el campo espera pacientemente nuevos talentos que llenen el vacío dejado por el olvido.