¡Qué noche mágica, queridos fanáticos del fútbol argentino! Corría el año 2016 y la Supercopa Argentina nos regaló uno de esos partidos que quedan tatuados en la memoria. Jorge Almirón, con una actuación memorable, nos hizo saltar de los asientos y gritar hasta quedarnos afónicos.
El escenario perfecto para una gesta inolvidable
La Supercopa Argentina de 2016 fue el ring donde se cruzaron dos gigantes: River Plate y Lanús. El estadio Mario Alberto Kempes en Córdoba, repleto de hinchas con los corazones latiendo a mil por hora, fue testigo de una noche para la posteridad.
El pitazo inicial y la tensión en el aire
Los primeros minutos fueron un combate de titanes, con ambos equipos midiéndose como dos boxeadores antes del golpe decisivo. Pero, ¡ay!, fue Lanús quien primero lanzó el jab. Apenas al minuto 23, con una jugada que parecía dibujada por un pintor, Lanús se puso adelante en el marcador. El gol de Lautaro Acosta, una verdadera obra de arte, dejó a los “Millonarios” congelados como estatuas.
Almirón, el estratega detrás del milagro
Pero si pensamos que ese gol fue todo, estábamos equivocados. Almirón, con una maestría digna de un ajedrecista experto, siguió moviendo las piezas. Facundo Melivillo aumentó la ventaja con un gol nacido de una jugada colectiva que podría enseñarse en cualquier escuela de fútbol. Y como si una tormenta se hubiera desatado, Román Martínez selló la faena con un golazo, el broche de oro para una noche épica.
- Minuto 23: Gol de Lautaro Acosta, abriendo el marcador con un zurdazo implacable.
- Minuto 33: Facundo Melivillo, tejiendo una red de pases antes de explosión en la red.
- Minuto 47: El zarpazo final de Román Martínez, liquidando las esperanzas de River.
Una fiesta interminable
El pitazo final desató la locura granate. Almirón, con el rostro iluminado de felicidad, fue levantado en andas por sus jugadores. La hinchada, en un grito unísono, transformó la noche cordobesa en una verdadera fiesta popular. No hay dudas, esta Supercopa quedará en la historia como una epopeya futbolística, donde Lanús, guiado por el talento y la firmeza de Almirón, demostró que el fútbol puede ser pura poesía.
Reflexiones finales
Así fue, queridos fanáticos, una noche de fantasía donde el balón obedeció a los deseos de Lanús y dejó a River sin respuestas. Un choque de titanes que termina con el granate en lo más alto. ¡Que viva el fútbol argentino! ¡Qué viva la pasión!